Chile se queda sin chilenos
Gonzalo Ibáñez Santa María | martes 5 de marzo de 2024
O recuperamos el sentido superior del ejercicio de la sexualidad o nuestro país dejará de estar habitado por chilenos.
O recuperamos el sentido superior del ejercicio de la sexualidad o nuestro país dejará de estar habitado por chilenos.
Para quienes nacimos cuando estaba grabado en piedra que primero se le debía a Dios, a familia y el país, la maternidad situaba a la mujer en el plano de la mayor realización humana.
Muchas explicaciones se han dado, pero se ha eludido la principal: la política antinatalista en el sexenio 1964-1970.
Entre todos los problemas, no hemos visto el problema de los problemas: la natalidad.
He ahí el drama: es más importante saber “de qué vamos a vivir” a descubrir “el para qué vivimos”.
Sin autoridad y sin potestad, la actividad educativa simplemente se corrompe, perjudica y termina perdiendo su esencia.
Para que el desarrollo sea auténticamente humano hay que mirar tanto los índices económicos como las relaciones interpersonales.
De los 17 puntos de la Agenda, hay tres que para las personas con una conciencia cristiana, plantean graves problemas.
La “revolución sexual”, sumada al feminismo y la ideología de género, lleva al rechazo de la función biológica del sexo, orientada a la reproducción.
Estas bendiciones fules a los homosexuales no recogen ni limpian, son puro aspaviento y pantomima de tolerancia mundana.