¿Educación no sexista?

Germán Gómez Veas | Sección: Arte y Cultura, Educación, Familia, Política, Sociedad

La controversia por establecer lo que desde el Ministerio de Educación denominan educación no sexista, revela una preocupante desorientación pedagógica.

Si se mira el asunto desde la Filosofía de la Educación, es necesario señalar que esta discusión ignora los fines de la educación en tanto prescinde ni más ni menos que de la razón de ser del acto educativo: los alumnos en tanto persona y su crecimiento integral. En el ámbito educacional la noción de persona resalta una condición fundamental de cada estudiante. Destaca que cada uno de los alumnos es una realidad compuesta de inteligencia y voluntad, entidad que anida y proyecta una serie de características exclusivas respecto a los demás vivientes, a la vez que permite reconocer que hay una dignidad personal constitutiva que descansa en la sublime interioridad de cada educando. Así, el respeto, el crecimiento interior, el aprendizaje de la libertad responsable, la formación del carácter y de una ciudadanía solidaria, respetuosa y justa en favor del florecimiento de una vida guiada por la integridad, son el camino de humanización (personalización) que se procura lograr en el trabajo escolar. Sin embargo, nada de esto se desprende al asumir un modelo no sexista.

El enfoque no sexista no es un atributo del acto educativo. Es una tesis y definición ideológica que no reconoce la condición de ser persona de los educandos y que encuentra su origen en lo que la prensa denominó desde 2018 “Ola Feminista”, movimiento político que en su momento instaló la idea de que la causa de hechos de acoso sexual y de distintos actos de violencia en los colegios se encontraba en lo que calificaron como naturalización de una convivencia escolar sexista. En el artículo “Hacia una educación no sexista: tensiones y reflexiones desde la experiencia de escuelas en transformación”, de la revista Nomadías (diciembre 2018), sus autoras reconocen que “Una vez más es el mundo juvenil, específicamente las estudiantes, el que remece la normalidad de nuestra construcción cultural, y cuestiona el orden social establecido y reproducido por la institución educativa, haciendo emerger un nuevo ámbito de disputa, conflicto y transformación en el campo educativo: el sexismo”.

Como si ello no fuera suficientemente específico, detallan que el movimiento estudiantil centra su demanda específicamente en torno al eje de educación no sexista, levantando los siguientes puntos en sus petitorios: “colegios mixtos: no más segregación por género”, “protocolos de violencia de género”, “capacitación docente y de trabajadores/as de la educación en educación no sexista”, y finalmente “un currículum escolar ‘no sexista’ que eduque en verdadera igualdad”. Este es el ideologizado, rudimentario y débil sostén en base al cual el actual equipo de gobierno busca imponer y promover un modelo educativo no sexista. 

Desde la perspectiva de la Filosofía de la Educación, específicamente desde los conceptos fundamentales que proporciona la antropología pedagógica, lo natural, es promover y fortalecer la educación de la persona. A este desafío debería convocar el Ministerio de Educación.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Discusión el domingo 7 de abril de 2024.