En Praga y en Santiago
Gonzalo Rojas Sánchez | martes 26 de agosto de 2008 | Sección: Historia, Política
Durante la invasión soviética a Checoslovaquia, la fidelidad del comunismo chileno a la doctrina Brezhnev fue absoluta.
Durante la invasión soviética a Checoslovaquia, la fidelidad del comunismo chileno a la doctrina Brezhnev fue absoluta.
Toda nuestra insignificancia se resuelve en una sola palabra: Falta de alma… ¡Crisis de hombres! ¡Crisis de hombres! ¡Crisis de Hombre!
El ruso más importante de la centuria pasada fue heroico en su crítica de la brutalidad soviética y en su denuncia de la mediocridad y pérdida de vigor espiritual de Occidente.
Para mí la fe es el fundamento y el soporte de la vida. Ya no le temo a la muerte, porque ella es algo natural, pero de ninguna forma final, en la existencia de cada uno.
Cuarenta años después, está plenamente vigente el camino hacia la felicidad propia y de los demás que señalara Pablo VI en Humanae Vitae. Sus numerosos críticos resultaron estar profundamente equivocados.
Kast y Coloma sabrán responder a cabalidad con nuestras expectativas.
Él entregó su vida –fue al encuentro solemne con la muerte–, por esos bienes que llevaba consigo, amados sin mancha de egoísmo y simbolizados en esos objetos que portaba: Dios, patria y familia. El sabía que esos bienes eran, a fin de cuentas, los únicos por los que valía la pena vivir y, por eso mismo, los únicos por los que valía la pena morir.
Y sin embargo tenemos derecho a defender una moral que es buena para las personas. Nuestros principios morales no son la proyección de nuestros gustos.
Una vez que se ha traspasado el confín moral que evita tratar a cada ser humano como mero objeto de investigación “no hay punto de parada”.
Las distintas contestaciones posibles a la primera pregunta tienen como punto de partida, invariablemente, una toma de posición previa sobre la naturaleza de la educación y del educar.