Hasta ahora, no es evidente que el país cuente con un candidato que cumpla los requisitos deseables para tan alta magistratura. ¿Cuáles pueden ser estos? Principios claros y consistentes, una visión del país y su desarrollo futuro sustentados en los mismos y una comprensión de la realidad nacional que no sea pura o casi exclusivamente económica.
¿Qué extraña enfermedad mental se ha apoderado de los dirigentes políticos que son incapaces de utilizar la razón y los principios científicos para aplicar políticas concretas?
Millares de almas sencillas están “como ovejas sin pastor”, sumergidas en un confusionismo galopante, que les afecta seriamente a su vida de fe y les lleva al abandono de su práctica cristiana o al indiferentismo religioso.
Leer un “clásico” es como escuchar a un viejo amigo que habla raro… a veces cuesta entenderlo, y cada cierto tiempo hay que pedirle que repita; pero no cabe ninguna duda de que me está hablando a mí.
Son los que son y obran de modo racional, coherente; saben distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo. Procuran hacer el bien y evitar el mal sin excepciones.
Lo más probable es que ambas van a morir pronto. Pero si eso ocurre habrá una diferencia fundamental entre la muerte de una y otra: En el caso de Eluana, le habrán quitado la vida, pues ella tiene la fuerza para vivir si no se la priva de la comida y la bebida. En el caso de Hannah, ella y sus padres quisieron la vida, aun cuando saben que ella será corta.
Sobrevivir intelectualmente en el siglo XXI se ha convertido en todo un desafío. Para afrontarlo, el autor, uno de los escritores españoles más leídos, ofrece un consejo: leer la obra del padre Castellani.
Es la persistente ideología maltusiana, una ideología discriminatoria, eugenista, segregacionista, cuyo centro podríamos expresarlo diciendo: “los ricos del hemisferio norte necesitamos controlar el crecimiento de la población de los países del sur”.
En tantos milenios de vida sobre la tierra, el hombre se ha hecho a casi todo… Pero a una cosa no se ha hecho nunca: a la injusticia. Sigue sintiéndola como intolerable.
Hablar de “derecho al aborto”, o de “derecho a la muerte”, no sólo no tiene la menor justificación, sino que es un contrasentido y “un ataque a la razón”.
