Con la eutanasia, la vida y el final de ésta quedan a merced de umbrales de mayor o menor dolor, criterios financieros, criterios volitivos o anímicos y otros… Terceros, uno mismo o el médico definen qué vida merece ser vivida y cuál no.
El verdadero grado de civilización de una nación se mide por cómo se protege a los más necesitados… Se debe proteger más a los más débiles. Porque el criterio… es el valor del sujeto… que resulta de su mera existencia.
La pregunta de qué puede hacerse para controlar los abusos periodísticos suele ser considerada peligrosa, pues hablar de “control” de la información nos hace pensar en sistemas autocráticos que ahogan la libertad de expresión.
Una verdadera paz sólo es posible por el perdón… El perdón parece signo de debilidad y derrotismo, mientras que la violencia parece vencedora. En realidad, sucede lo contrario.
Se equivoca quien ve en la democracia un fin en sí misma, y más aún quien cree que la verdad y el bien quedan al arbitrio de la mayoría.
Es responsabilidad de cada cual estar bien informado para no cruzar esa, a veces, delgada línea roja que existe entre votar por alguien en razón de mal menor y votar cooperando con el mal.
Los monumentos a servidores públicos no son erigidos para comodidad de nadie, ni tampoco para exaltar a quien representan, salvo en un punto: la consagración total y desinteresada al servicio público… sólo por amor a la patria.
La sexualidad no es un fenómeno meramente biológico, ni una suerte de problema sanitario, ni un hecho sociológico moralmente neutro.
En general, se ha restringido la propiedad de Dios, de modo impúdicamente unilateral, al ámbito de la vida privada.
Significado y consecuencias socio-culturales de Mayo de 1968
