El intelectual católico no se distingue de cualquier otro intelectual por el tema del que se ocupe, sino por cómo lo aborda.
A través de pastillas o con instrumentales “médicos”, hay quienes deciden terminar con vidas diminutas, pequeñas, indefensas, hambrientas de cariño.
Carta recibida a propósito del artículo de Gonzalo Rojas sobre los 40 años de la toma de la Catedral.
Sudamérica se está encerrando políticamente, sobre sí misma. Como si no pudiera soportar escuchar voces distintas y, menos aún, opiniones diferentes.
La crisis financiera global viene como anillo al dedo para desviar la atención de los problemas prioritarios de nuestra región, sobre todo la pobreza.
Quien escucha la Palabra de Dios y la vive, nota que no le cabe dentro.
Educado en un ateísmo total, encontró la Fe a los veinte años, de un modo sorprendente: entró en una capilla del Barrio Latino y minutos más tarde salió católico.
No vivía para investigar, escribir ni enseñar (aunque todo esto lo hiciera tan brillantemente), vivía para salvarse y salvar a los demás.
El remedio de una enfermedad no es matar al enfermo. Ni siquiera porque él lo pida.
Una política familiar más eficaz apoyaría la estabilidad a través del trabajo, el cuidado de los hijos y el ayudar a los padres a afrontar sus responsabilidades.
