¿De quién son mis ojos?
María Martínez López | martes 2 de diciembre de 2008 | Sección: Familia, Vida
El supuesto “derecho al hijo”, los hijos de laboratorio y los huérfanos biológicos.
El supuesto “derecho al hijo”, los hijos de laboratorio y los huérfanos biológicos.
Son muy pocos los que descubren en Gaudí a un hombre de Dios, cuya comunión con el Padre se refleja precisamente en su arte y en su técnica.
Es claro que una cosa no va sin la otra, la protección de la vida naciente y la preocupación por la justicia social, pues la vida humana ha de ser protegida en toda su amplitud.
Es una extraña paradoja el que en un mundo en el cual el avance de las comunicaciones es abrumador, la indiferencia sea uno de los mayores males que aqueja a la sociedad.
Los derechos humanos no nos pertenecen, no están a nuestra disposición, y esto es precisamente la garantía para su respeto… Se fundan en Dios, que es la fuente de todos los derechos.
El hecho de que las parejas que no pueden tener hijos recurran cada vez más frecuentemente a los servicios de madres de alquiler ha generado un mercado de intereses con dramas inesperados.
El divorcio es un drama, porque finaliza aquello que se prometió al otro para siempre, se rompe lo que tenía esperanza de eternidad, se acaba un proyecto de vida que tenía la vocación de llegar hasta el fin.
Las tierras conocidas no bastan a los hombres; siempre se proyectan los anhelos de fantasía y de aventura o las ilusiones de felicidad en territorios lejanos, misteriosos, iluminados por soles remotos y poblados de prodigios.
Una verdadera paz sólo es posible por el perdón… El perdón parece signo de debilidad y derrotismo, mientras que la violencia parece vencedora. En realidad, sucede lo contrario.
El Papa se propuso rehacer un sistema común de referencias, hacer presente socialmente la fe y actualizar la institución histórica del Papado.