El falso pragmatismo de apoyar a Evelyn Matthei
José Tomás Hargous Fuentes | Sección: Política
La carrera presidencial ya va encontrando tierra derecha, y las candidaturas más testimoniales están dando paso a los presidenciables más fuertes. Esto es muy claro en la izquierda, en la que se afirmaron tres candidatos con opciones –Gonzalo Winter, Carolina Tohá y Jeannette Jara, que junto con Jaime Mulet irán a una primaria–, y en la derecha –con el descarte de las primarias de Chile Vamos y la llegada a primera vuelta de los tres postulantes con más opciones de pasar al balotaje–.
En este escenario, parte de los apoyos que se van cuajando tienen asidero en la realidad y en los principios, al ofrecer encuestas como respaldo y la doctrina y los principios como garantía. Esto pareciera ocurrir en la práctica con la mayoría de los citados candidatos. En otros, pienso que hay algo de obsesión que simula un pragmatismo. Me refiero al apoyo a ratos obstinado a Evelyn Matthei.
Como he mostrado en mis últimas columnas (aquí, aquí y aquí), Evelyn Matthei no pareciera ser una buena candidata para la derecha en el momento presente. No sólo porque no sigue los principios tradicionalmente considerados de derecha –ni liberal ni conservadora–, ni tampoco porque ha tenido mal rendimiento en elecciones presidenciales, sino que porque en las últimas semanas ha mostrado una torpeza política indigna de una mujer con tantas décadas de experiencia en la actividad pública y de quien quiere dirigir los destinos de la patria.
Al parecer, las muestras recogidas en las últimas encuestas ya están tomando nota de los errores de Evelyn Matthei, y ella viene cayendo mes a mes. José Antonio Kast, por el contrario, está siendo premiado por su consistencia, y por la experiencia ganada en estos ocho años. Evidentemente, Kast no es el mismo que en 2017: el que era sólo un experimentado diputado ha adquirido notable experiencia política y conocimiento territorial, al dirigir uno de los partidos más grandes del país, y recorrer prácticamente todas las comunas del país recogiendo las urgencias sociales que aquejan a los ciudadanos. El vilipendiado paso por el Consejo Constitucional no debería afectar tanto el rendimiento en las encuestas, especialmente considerando que el resultado del plebiscito tiene poco que ver con el desempeño de los consejeros republicanos.
Al mismo tiempo, Evelyn Matthei carga con el lastre de que su coalición apoyó una de las peores reformas previsionales de la historia del sistema de capitalización individual –y una de las más impopulares–, dándole absurdamente un triunfo a un gobierno que había cosechado muy pocos proyectos convertidos en ley.
El apoyo obstinado a la candidata de Chile Vamos –y su reflejo en el rechazo a Kast– no se funda, como piensan sus adherentes, en un sano sentido de realidad. Porque los datos que tenemos –evidentemente incompletos porque no sabemos lo que pasará en seis meses más– no permiten concluir prácticamente ninguno de los supuestos en que se sostiene el respaldo a la candidata.
En primer lugar, no es la única opción capaz de brindar gobernabilidad al país, al contrario, su desempeño en la oposición dista mucho de lo que se espera de quien va a gobernar, y el Partido Republicano en estos ocho años ha consolidado un equipo bastante experimentado que puede gobernar responsablemente. Asimismo, no es la única candidata capaz de ganarle a Carolina Tohá, de hecho, según CADEM Kast también lo haría. Al mismo tiempo, se basa en el supuesto altamente discutible de que Kast tiene techo –si lo tiene, es más alto que el alcanzado hasta ahora por Matthei–. En tercer lugar, no parece sensato apoyar a una candidata que no sigue ninguno de los principios que dan sentido al ideario de tu sector. Eso podría ser plausible en un balotaje, pero no lo es ni en una primaria –descartada por Matthei y los partidos, al parecer por el miedo a ser derrotada por Carter– ni en una primera vuelta, comicios en los que parece más razonable votar por principios que por puro pragmatismo.
En síntesis, ese pragmatismo no es sino una cortina que esconde una obsesión sin mucho asidero en la realidad y ningún fundamento en los principios. Esperemos que el desempeño de Matthei en las encuestas abra los ojos a esa “derecha perdida” que toma decisiones con una “brújula descalibrada”.