Es necesario resistir ante los intentos de excluir la religión de la vida pública. Un par de libros de reciente publicación reflejan la presión cada vez mayor para rechazar cualquier papel de la fe en la vida pública.
Es necesario resistir ante los intentos de excluir la religión de la vida pública. Un par de libros de reciente publicación reflejan la presión cada vez mayor para rechazar cualquier papel de la fe en la vida pública.
La naturaleza humana necesita espiritualidad y la busca. Gramsci, para combatir a la Iglesia Católica, que junto a la familia son los dos grandes enemigos para lograr la hegemonía del materialismo histórico, la estudió profundamente.
Son muy pocos los que descubren en Gaudí a un hombre de Dios, cuya comunión con el Padre se refleja precisamente en su arte y en su técnica.
Es la persistente ideología maltusiana, una ideología discriminatoria, eugenista, segregacionista, cuyo centro podríamos expresarlo diciendo: “los ricos del hemisferio norte necesitamos controlar el crecimiento de la población de los países del sur”.
Las tierras conocidas no bastan a los hombres; siempre se proyectan los anhelos de fantasía y de aventura o las ilusiones de felicidad en territorios lejanos, misteriosos, iluminados por soles remotos y poblados de prodigios.
El Papa se propuso rehacer un sistema común de referencias, hacer presente socialmente la fe y actualizar la institución histórica del Papado.
Para que una sociedad permanezca abierta es preciso no sólo que desactivemos los elementos totalitarios; hace falta también que haya motivos racionales para argumentar por qué no se puede hacer cualquier cosa.
Los acontecimientos de la hora presente nos demuestran que es necesario y bueno hacer un alto en el camino para valorar el legado de este santo de la fe.
Dicen que la ignorancia es atrevida… Sin fe profunda, sin oración sincera, sin caridad alegre, sin obediencia redentora, podemos llegar a formas descafeinadas de vivir que son todo menos verdadero cristianismo.
