A nombre de Fernando VII…

José Tomás Hargous Fuentes | Sección: Arte y Cultura, Historia

La semana que recién pasó conmemoramos un nuevo aniversario de una institución que la historiografía ha llamado la “Primera Junta Nacional de Gobierno”. Sumado a que desde 1837 se celebra como único día correspondiente a nuestras Fiestas Patrias –antes compartían dicho carácter el 12 de febrero y el 5 de abril–, con el tiempo ha aumentado enormemente la confusión respecto de qué significa esta fiesta.

Lo primero es que no corresponde a la Independencia. La razón más obvia de esta aseveración es que la fecha de la Proclamación de la Independencia es el 12 de febrero de 1818, durante el primer aniversario de la Batalla de Chacabuco, autogobierno confirmado el 5 de abril del mismo año en la Batalla de Maipú. Asimismo, hay disputa en la historiografía respecto de si el lugar de la firma del documento fue en Talca el citado 12 de febrero, o en Concepción el 1 de enero de dicho año.

Pero las razones no se quedan ahí. Lo cierto es que el 18 de septiembre de 1810 no corresponde en ningún sentido a la Independencia del país respecto de la Corona Española. Proponer algo así es una ficción histórica. De hecho, historiadores como Alberto Edwards y Jaime Eyzaguirre demuestran que las nacientes instituciones “patrióticas” serían leales al rey cautivo hasta 1811. De hecho, el mismo Congreso de ese año también lo era. Todo cambió con la seguidilla de golpes de Estado perpetrados por los hermanos Carrera.

La junta, si bien era una institución “novedosa”, creada en la Península por esos años para administrar el gobierno ante la captura del rey Fernando VII, lo cierto es que respondía fielmente al espíritu hispánico. Como explica Jaime Eyzaguirre en Historia de las instituciones políticas y sociales de Chile (Santiago: Editorial Universitaria, decimonovena edición, 2011), al momento de que Napoleón Bonaparte se hace con la Corona Española, a ambos lados del Atlántico se comprendió que “De acuerdo con la doctrina tradicional, […] el poder volvió a la comunidad”.

A este lado del Mar del Norte, en la Capitanía General de Chile –siguiendo el ejemplo del Virreinato de La Plata–, se convocó a un cabildo abierto con el objetivo de “consultar y decidir los medios, más oportunos à la defensa del Reino y pública tranquilidad”. El martes 18 de septiembre de 1810 se reunieron más de 400 vecinos en el edificio del Real Tribunal del Consulado de Santiago. Allí el Gobernador, Mateo de Toro y Zambrano, pondría su cargo a disposición para crear la “Junta Provisional Gubernativa del Reino a nombre de Fernando VII”

La junta estaría integrada por el renunciado Gobernador y Conde de la Conquista, junto con los vocales José Antonio Martínez de Aldunate, Obispo electo de Santiago; Fernando Márquez de la Plata, Juan Martínez de Rozas, Ignacio de la Carrera, Francisco Javier de Reina y Juan Enrique Rosales; además de los secretarios Gaspar Marín y José Gregorio Argomedo. Según consta en su acta de constitución, el órgano fue creado para la “conservación de estos dominios a su legítimo dueño y desgraciado monarca, el señor don Fernando Séptimo”; así como “defender al reino hasta con la última gota de su sangre, conservarlo al señor don Fernando Séptimo y reconocer al Supremo Consejo de Regencia”

De esta manera, “Todos los cuerpos militares, jefes, prelados, religiosos y vecinos juraron en el mismo acto obediencia y fidelidad a dicha junta instalada así en nombre del señor Don Fernando Séptimo, a quien estará siempre sujeta”. Será “a nombre de Fernando VII” y a su autoridad se ataba la naciente junta de gobierno, siguiendo el principio tradicional recogido por Jaime Eyzaguirre de que “desaparecido el titular del poder, regresaba éste a la comunidad para elegir a su sucesor”. De hecho, la junta conviviría “Por cerca de siete meses”, con la representante del monarca, la Real Audiencia.

Es bastante llamativo que nuestras Fiestas Patrias correspondan a la conmemoración de la Junta de Gobierno nacida para dar gobierno a nuestra Capitanía General en ausencia de su gobernante, el rey Fernando VII. Es una fecha que da cuenta de la continuidad con que se ha construido nuestra historia patria, y que el clivaje del Dieciocho es un punto más de una cronología iniciada en 1541 con la Fundación de Santiago del Nuevo Extremo y que se sigue escribiendo en nuestros días. 1810 constituiría de esta manera solamente el paso de la adolescencia a la adultez, la Emancipación de este reino ubicado entre la Cordillera de Los Andes y el Océano Pacífico, entre el Desierto de Atacama y la Terra Australis Incognita. Una Patria de cinco siglos de vida que esta semana celebramos. ¡Viva Chile!