De la masacre al show del horror

Juan Pablo Zúñiga Hertz | Sección: Historia, Política, Religión, Sociedad

La masacre que el grupo terrorista palestino Hamas perpetrara en Israel el pasado 7 de octubre simplemente no tiene precedentes. Escapa a toda lógica y cualquier grado mínimo de civilidad. Fue salvajismo puro y de un nivel que genera tal asco y aversión que simplemente no cabe en la mente el nivel al cual pueden llegar los seres humanos.

También asombran los fanáticos seguidores –a quienes denominé enrabiados en mi comentario de la semana anterior– celebrando dicha masacre y cerrando sus vacías mentes con tal de justificar tal barbarie que alimenta sus rabias internas. Aquí en los EE.UU. estos desquiciados también pululan en las universidades. En UCLA precisamente el 26 de octubre en una manifestación gritaban “Israel, Israel you can’t hide, we want jewish genocide” (Israel, Israel, no te puedes esconder, nosotros queremos genocidio judío). Me pregunto, como académico de otra de las “UCs” (University of California): ¿ése es el tipo de mentes enfermas que tienen estos alumnos que han sido dejados entrar a las universidades? ¿Era ese el objetivo de hacerlo todo en pro de las igualdades y las minorías? ¿Hasta dónde llega el adoctrinamiento, capaz de envenenar y destruir completamente la brújula moral de los alumnos que entran a las universidades?

El 12 de abril de 1945, el General Dwight Eisenhower, al ver los horrores de Auschwitz Birkenau, Dachau, Treblinka y tantos otros campos de concentración, solicitó a camarógrafos y fotógrafos registrar absolutamente todo, incluyendo los famélicos cuerpos de los sobrevivientes judíos, eslavos, gitanos y religiosos católicos y protestantes. ¿El objetivo? Para que toda la humanidad supiese lo sucedido y no lo olvidase. A través de fuentes alternativas he tenido la oportunidad de oír relatos de equipos militares y forenses, así como ver registros fotográficos de lo sucedido en aquel día. No hay palabras para definir tanta brutalidad. Por decencia y respeto a las víctimas –y a los lectores– no voy a dar detalles, detalles que el mundo se irá enterando poco a poco.

Los Nazis de las Schutzstaffel (SS) fueron bestiales en sus métodos para exterminar a sus víctimas en los campos de concentración, al punto de industrializar la muerte. Sin embargo, el sadismo repugnante de los crímenes de Hamas, coronado con un regocijo sin igual por parte de los terroristas infames, deja en abierta evidencia que se trata de una acción simplemente diabólica, una acción de la que no se tenía registro –al menos hasta donde alcanza mi conocimiento– desde las invasiones bárbaras de Genghis Khan. Hamas, que es comparado con ISIS, en su brutalidad y sed de destrucción, me atrevo a decir que es tan o más peligroso que los exterminios Nazi.

A pesar de todo eso, todos estos enrabiados y el mundo progresista en general dicen que es mentira. Evidentemente no se puede justificar las muertes de inocentes en Gaza producto de las incursiones aéreas –y prontamente las terrestres– de la IDF (Israel Defence Forces), las cuales son naturales en una guerra. Sin embargo, el rasgar de  vestiduras de los progresistas cabeza hueca y enrabiados por dichas muertes, resulta repugnante cuando se le ve en este juego cínico de callar por atrocidades infinitamente peores, como las que fueron hechas por sus nuevos héroes.

Resulta infructuoso intentar abrir los ojos del fanático. No le deseo a nadie ver las fotografías de las atrocidades de las que fueron víctimas más de 1.300 israelíes en una mañana, sin embargo, creo que ni siquiera viéndolas los fanáticos que ahora gritan “desde el río hasta el mar”, van a abrir los ojos. Qué siniestro resulta escuchar a individuos que hablan de defender los derechos humanos a toda costa y que luchan por la dignidad y la justicia social, pero al mismo tiempo gozan como cerdos en el barro al ver la masacre de aquel triste 7 de octubre de 2023.

El antisemitismo siempre ha estado presente. Desde una perspectiva espiritual y metafísica, se explica por el deseo de la fuerza del mal, de Satanás, de destruir al Pueblo de Dios como sea. Desde una perspectiva sociológica, el antisemitismo surge producto del resentimiento y el odio de tanto perdedor y fracasado que, de solo mirar el éxito judío en todos los ámbitos, les produce un rencor incontrolable. El fracasado no aguanta ver que 214 Premios Nobel los han ganado judíos. El fracasado no tolera ver cómo sus países ricos en recursos, cuando instalan sus ideologías nefastas sólo se hunden, mientras que el Estado de Israel, pequeño y sin riquezas naturales, en 75 años se transformó en potencia mundial. Odian los Einstein, las Arendt, los Friedman, los Musk, y una larga lista de personas normales pero con el gran pecado de tener origen, ascendencia o simplemente un apellido semita y ser exitosos.

Estamos siendo testigos del resurgimiento de un antisemitismo descarado y de contradicciones que terminarán dañando sociedades enteras. Lamentablemente hoy día el cabeza hueca y el enrabiado tiene poder para gritar y para hacer escándalo; poder para destruir y lo que más preocupa, tiene poder para llegar a gobernar. Así las cosas, hoy más que nunca el sentido común, la coherencia y la valentía son virtudes cardinales para enfrentar esta tormenta en que estamos metidos.