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Matar a un paco

David Florido se levantó, se vistió a medias y luego se volvió a acostar, para abrazar fuertemente a Stephanie, su mujer. Tenía 33 años: toda una vida y sueños por delante, que se derrumbaron fugazmente cuando una bala atravesó su cabeza el viernes por la tarde. Un homicidio más, que se suma a los cientos de asesinatos que se acumulan en Chile este año y donde nuevamente la víctima es un carabinero.

El 20 de junio del año pasado, la constituyente mapuche Elisa Loncon escribió un mensaje en Twitter, celebrando la promulgación del decreto de instalación de la Convención Constitucional, acompañándolo con una gráfica del denominado Negro Matapacos, supuesto santo patrono de las manifestaciones y los perritos de la calle. ¿Ironía? ¿Burla? ¿Proyección? La verdad es que la intención importa poco cuando el siniestro mensaje y la imagen de fondo cobran vida en nuestra cruda realidad.

Pero Loncon no ha sido la única en festinar –en broma o en serio– con la muerte o la agresión de un carabinero. Desde hace más de una década, un sector importante de la sociedad chilena se ha distanciado de la institución y la ha incorporado en sus insultos, protestas y reclamaciones. “Aborta un paco”. “El único paco bueno es el muerto”. “Muerte a la Yuta” y otras exclamaciones forman parte del imaginario visual de las fachadas de nuestras calles y de los carteles que enarbolan las diversas causas cuando salen a protestar.

El símbolo máximo de esa pulsión ciudadana es, sin duda, el llamado Perro Matapacos. Bajo la apariencia de una mascota revolucionaria, el perro negro con un pañuelo rojo en el cuello se convirtió en el estandarte de las movilizaciones posteriores al 18 de octubre de 2019 y fue en 2021, en el segundo aniversario del estallido antisocial, que el can llegó a la cúspide, al ocupar el sitial que antes pertenecía al general Baquedano en Plaza Italia. ¿Qué es lo chistoso de matar a un paco? ¿Qué entretención tan perversa pasa por la mente de quienes lo idolatran o difunden su imagen?

La izquierda ha sido cómplice activa de la denostación de Carabineros. No solo en las calles, sino también en la arena política, con sus votos y sus silencios. Ya sea en la discusión sobre refundar o reformar Carabineros, o en el rechazo al proyecto que aumenta las penas a los asesinos de Carabineros, las fuerzas de izquierda siempre han puesto la ideología por delante del sentido común, privilegiando la sospecha y la desconfianza, por sobre el indispensable apoyo a nuestra fuerza policial. Fiel reflejo de eso es el propio Presidente Boric que, con sus votos y sus palabras, siempre ha demostrado su encono y distancia con la labor policial.

Al igual que David Florido, todos los días miles de hombres y mujeres, integrantes de Carabineros de Chile, se levantan temprano en la mañana para servir a su país. Con la garganta y el corazón apretados, se despiden de sus parejas, hijos o padres, sin tener la mínima certeza de si volverán a verlos. Ningún carabinero o carabinera sale a matar, pero sí salen, literalmente, dispuestos a morir por todos nosotros.

Recuperemos la nación que fuimos antes, dijo el padre de David Florido, agregando que “ellos nunca van a poder cumplir su tarea como corresponde si no les damos el apoyo, el respeto y no reconocemos esa autoridad que deben tener”, marcando la ruta que debemos seguir. Ojalá que el gobierno, el Congreso y la sociedad entera escuchen ese llamado y se comprometan a respetar, apoyar y respaldar a Carabineros de Chile, porque son una institución fundamental en el pasado, presente y futuro de Chile. Si se trata de grandes consensos, hagamos uno enorme entre aquellos que condenamos, sin excusas ni ambigüedades, que no existe ninguna justificación para matar a un carabinero.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera PM, el miércoles 15 de junio de 2022.