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Una meditación necesaria

Conmemorando un nuevo aniversario del combate naval de Iquique y de la muerte de un grupo selecto de chilenos que cayeron en defensa de toda la nación, una meditación se impone.

Se impone, por supuesto, cada vez que se cumple este aniversario. Sin embargo, estamos acostumbrados a celebrarlo como una fiesta civil más, sin reparar mayormente en su significado. Pero, ahora, el Chile que defendieron Prat y sus camaradas enfrenta un adversario muy distinto, más poderoso y mucho más peligroso, como son los adversarios que brotan del mismo seno nacional y que se hacen el propósito de echar abajo, desde dentro, la patria que, con tanto trabajo, sacrificio y lágrimas, generaciones de compatriotas han edificado durante siglos.

Cuando nos encontramos en un momento como el que vive Chile hoy, hacer este recuerdo y esta meditación constituye la única forma de armarse de las fuerzas espirituales para sostener un combate como este en que nos vemos envueltos ahora, y sin las cuales las fuerzas físicas y materiales, necesarias por cierto, pierden todo valor. Que nadie se engañe creyendo que frente al desafío que enfrentamos puede permanecer indiferente. Querámoslo o no, hemos de tomar lado, como lo tomaron Prat y sus camaradas.

La batalla en que hoy nos encontramos es la de la constitución por la cual corresponde que nos rijamos. Por cierto, la vigente aun hoy día puede contener muchas imperfecciones, pero se ha dejado modificar cuantas veces se ha querido. Nadie puede decir, por lo tanto, que constituya algún peligro. Y tanto se ha modificado que, aun la firma del presidente bajo cuyo gobierno ella se promulgó, se cambió por la de otro que vino casi 20 años después. Ella, por lo demás, sigue la senda de los cuerpos constitucionales que la precedieron asegurando así la continuidad de la historia patria.

Hoy, en cambio, el país se ve enfrentado a una ofensiva que, de hecho, quiere directamente deconstituirlo y destruirlo. Ofensiva mucho más peligrosa que la del Huáscar. Mientras la de éste atacaba un escuálido barco de la defensa nacional, los convencionales a cuyo cargo está la redacción del proyecto constitucional apuntan a la esencia nacional. Ellos quieren “refundar” el país; pero, para eso, primero y antes que nada han de quitar la vida al que existe ahora. Los dos países no pueden coexistir en la misma realidad.

Esa es la meditación que nos impone este nuevo aniversario del combate naval de Iquique. El desafío es el de estar a la altura de quienes combatieron ese día: ¿Cómo hacer para evitar que, esta vez, hundan todo el país? Desde luego, un imperativo se impone: el 4 de septiembre el país debe decir Rechazo. Pero, ese es el primer paso. Frente al afán de quebrar la historia de Chile y de conducir al país por la pendiente del fracaso, hemos de reencontrarnos con nuestra historia y retomar el camino que la proyecte con éxito al futuro. Como lo hicieron Prat y sus camaradas.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su página de  Facebook.