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Las peligrosas bifurcaciones

Quien ha andado por senderos cordilleranos, se habrá dado cuenta que dichas vías pueden tener múltiples bifurcaciones y que cuando no se tiene claridad de la ruta principal, ni menos del destino, cada bifurcación parece una seductora tentación que ofrece una alternativa de una senda más llana. Sin embargo, a poco andar, es fácil advertir que la nueva vía puede transformarse en una peligrosa huella hasta desaparecer y dejarnos dando vueltas en círculo o llevarnos al despeñadero.

El camino para Chile hoy es clarísimo: aprobar o rechazar. Ambos no están exentos de dificultades, con la gran diferencia de que el primero -el apruebo- lleva a una senda incierta, con infinitos recovecos y caminos sin salida que harán a la sociedad chilena entramparse en un laberinto cuyas salidas desembocan en abismos. El rechazo no ofrece un camino llano. Es una promesa de un caminar difícil, pedregoso y peligroso, que requiere de compromiso, deber, coraje y esfuerzo, pero que ofrece la posibilidad de no caer al despeñadero y de que, en determinado momento, nos va a llevar a tranquilos valles.

Rechazo y punto” y “rechazo sin condiciones” son dos máximas que desde un comienzo han inspirado el llamado rechazo de salida, no como sentencias que hablan de mentes obstinadas, sino como expresiones realistas y sensatas. Dichas expresiones han sido y son el sentir de ciudadanos comunes y corrientes que han llevado adelante esta campaña, sin políticos. Así mismo, estas expresiones -que tienen como soporte el espectáculo macabro de la CC y de un buen piño de políticos- nos sugieren que las alternativas y las condiciones que se les están queriendo incorporar al plebiscito traerán serios problemas. Uno de ellos es darle una posibilidad real a que la propuesta de constitución de la Sra. Bachelet pueda ver la luz del día. El segundo problema es empujar al país a una nueva ronda de elecciones de nuevos convencionales, proceso que de una u otra manera volverá a ser capturado por el PC. El tercer problema es entrar en un vórtice interminable de ensayos constitucionales, de prueba y error, de desorden e inestabilidad. En ese intertanto, mientras malgastamos preciosa energía, empuje, y recursos que no tenemos, en vez de estar avanzando en materias de desarrollo para el país, seguiremos entrampados en la crisis actual.

Por ello, en tiempos en que la ciudadanía está entrando en razón, en que la borrachera constituyente está quedando de lado y cada vez más chilenos están entendiendo los peligros y el engaño de aprobar la propuesta constitucional, comenzar a hablar de vías paralelas no solo confunde a esos ciudadanos, sino que los engaña y traiciona. Nuevas vías, condiciones, o “letra chica” no es más que una trampa que amenaza con perder la confianza de tanto chileno decidido a hacer su parte para sacar al país de este calvario y, al mismo tiempo, darnos la razón de que hay una clase política –que es el verdadero problema de Chile- que hace lo que se le da la gana y que siempre está dispuesta a hacer uso de sus triquiñuelas para conseguir una tajada del botín.

Chile está agotado de este sufrimiento. La ciudadanía no quiere saber más de experimentos constitucionales ni de textos mágicos que prometen el oro y el moro pero que ya todos saben que será una más de las mentiras de la clase política, hoy dominada por una extrema izquierda esquizofrénica -de la cual hace parte el gobierno- y una derecha light cobarde y en estado de colapso. El rechazo no tiene color político, sólo los colores de nuestra bandera y el deseo de los chilenos de vivir en paz. “Chile despertó”, decían por ahí con el inicio de la insurrección, ¡qué gran mentira! Hoy el país está despertando de esta gran pesadilla y, para ponerle fin, ya se ha dado cuenta que la opción es simple: Rechazo y punto.