Una nueva esperanza

José Tomás Hargous F. | Sección: Política

El próximo fin de semana tendremos las elecciones más importantes del último tiempo, y que marcarán el futuro de las próximas décadas. Con una Convención Constitucional que se erige en poder constituyente originario –en abierto atentado contra el ordenamiento vigente–, estos comicios son una oportunidad para enmendar el rumbo del progreso integral con estabilidad política y paz social. Hace unos cuantos meses “era evidente” que el Presidente sería Sebastián Sichel, pero sus errores recurrentes lo hicieron cavar su propia tumba política, llevando a la coalición de Gobierno (Chile Podemos +) a la completa irrelevancia. 

Pero el panorama no es negro, porque hay “una nueva esperanza”. Tal como dan cuenta las últimas encuestas, el candidato con más opciones de ser Presidente de Chile es José Antonio Kast: Nunca, desde 2017, el aspirante republicano estuvo tan cerca de llegar a la primera magistratura de la nación. Tal como en el clásico de George Lucas, la derecha encontró en sus grupos más aislados, allá en las inmediaciones de Paine, al hombre capaz de reconstruir los cimientos de una patria asediada por el progresismo de izquierda radical que descarrió a Chile de la senda del desarrollo integral.

Hace menos de un año,  La Tercera destacó entre los convencionales electos el triunfo de sectores conservadores por sobre liberales o progresistas al interior de la derecha. Por eso decíamos que “Chile necesita una derecha conservadora fuerte que recogiendo lo mejor de la tradición política chilena haga frente al progresismo y a la izquierda radical”. A principios de año, eso parecía un sueño bonito y poco más, pero luego de meses de constancia y perseverancia, el candidato del Frente Social Cristiano (FSC) logró instalarse no sólo en el primer lugar de las preferencias presidenciales, sino como el más probable mandatario para el próximo período, lo cual ha logrado “hacer movimientos de piezas en el tablero de la derecha, realineando los límites de la coalición”. 

No deja de sorprender que, según algunas encuestas, los números que arrojan Kast y Sichel son bastante parecidos a los de Piñera y Kast hace cuatro años. Eso nos lleva a concluir que la derecha no sólo no se ha empequeñecido, sino que se ha realineado: ya no son los liberales los que priman, sino que los conservadores y libertarios han tomado el liderato. También es necesario recordar es que el apoyo a Kast es similar o superior al obtenido por el Rechazo hace poco más de un año, lo que ratifica su posición de haber sido el único candidato en denunciar los riesgos de entrar en un proceso constituyente. 

Sin embargo, aún no se puede cantar victoria. Primero, se requiere que todos ejerzamos nuestro deber cívico. Pero el posible triunfo de Kast en primera y segunda vuelta no es suficiente para enmendar el rumbo. Es necesario que en el Congreso Nacional triunfen la sensatez, el patriotismo y el servicio público, atributos que no son exclusivos de la derecha y que la izquierda nunca debió perder. Y el candidato de Chile Podemos +, ya imposibilitado de pelear la Presidencia, debería concentrar los esfuerzos en robustecer la bancada de centroderecha, sin la cual la derecha agrupada en el FSC será incapaz de gobernar y de poner en práctica su tarea más importante: traer de vuelta a la Convención por el camino del Estado de Derecho, la República y el respeto de la dignidad humana. Y si eso no es posible, hacer de contrapeso institucional al poder que se ha arrogado ilegítimamente la mesa de la Convención Constitucional.

Como se ve, el escenario de los próximos años se ve muy complejo. Se vienen tiempos difíciles. Y un triunfo de Kast, si bien mejorará cualitativamente el panorama, no resolverá todos los problemas. Por de pronto, es esperable que haya un aumento momentáneo de la violencia organizada en rechazo al nuevo Gobierno. Es necesario que la gran mayoría del espectro político dedique sus esfuerzos en reconstruir el país después de esta crisis que llevamos sufriendo desde hace una década. Con el Partido Republicano –y ni siquiera con Chile Vamos– no es suficiente, se requiere una centroizquierda patriótica, que sea capaz de dar un giro de timón a su actuar de los últimos 10 años, y de condenar con palabras y hechos la violencia, tal como lo hiciera la Concertación en los ochentas. Además, económicamente, el panorama sigue siendo complejo, por lo que es crucial moderar las expectativas para evitar desilusiones por tasas de crecimiento menores a las que estuvimos acostumbrados por treinta años. Y será necesario, primero, que cada uno se amarre el cinturón, y segundo, ponerse a trabajar para volver a sacar adelante al país. 

Con todo, es necesario afirmar con fuerza que hay esperanza. A diferencia del optimismo, la esperanza no se deja estar, sino que pone los medios para que eso que parecía imposible ya no lo sea. Hace cuatro años era imposible afirmar que José Antonio Kast sería Presidente, hoy ya no lo es; al contrario, nunca estuvimos tan cerca de lograrlo: “Sueño que mi pueblo vuelva a despertar seguro y sentir la libertad”.