Una reconstrucción conservadora y socialcristiana de la derecha

José Tomás Hargous F. | Sección: Política

El fin de semana pasado tuvimos las elecciones más importantes de las últimas décadas, y los resultados fueron desastrosos para la derecha: a pesar de ir unidas de  Kast a Kast, se obtuvo bastante menos del codiciado tercio de los votos, e incluso menos que los votos que obtuvo el Rechazo el 25 de octubre pasado. También la jornada mostró resultados paupérrimos para la centroizquierda y dejó como grandes ganadores de los comicios a las listas de independientes y al Pacto Apruebo Dignidad (Frente Amplio y Partido Comunista), especialmente a Revolución Democrática, lo que da cuenta del desgaste de quienes administraron por tres décadas el “modelo” que tanto progreso económico y social trajo al país, pero que no supieron defenderlo ni mejorarlo ante las “cojeras” que cada vez se volvieron más manifiestas. 

Siendo el panorama bastante negro, creo que una noticia permite sacar conclusiones esperanzadoras para una futura reconstrucción de la derecha. Dentro de las claves para entender el “balance de fuerzas” de la Convención Constitucional, La Tercera destaca el triunfo de sectores conservadores por sobre liberales o progresistas al interior de la derecha. Aun reconociendo que los números son bastante magros, el hecho de que los conservadores y socialcristianos hayan superado ampliamente a los liberales –este ejercicio también puede hacerse en los concejales, donde Evópoli fuera de Santiago Oriente tuvo muy mal desempeño–, pensamos que son resultados decidores. Además, puede concluirse que los candidatos que obtuvieron mejores resultados fueron justamente quienes defendieron con fuerza sus ideas, como bien explicó Tere Marinovic al indicar las razones de su aplastante mayoría. Así, nos confirman el diagnóstico que venimos proponiendo en esta tribuna en los últimos años: Chile necesita una derecha conservadora fuerte que, recogiendo lo mejor de la tradición política chilena, haga frente al progresismo y a la izquierda radical. 

Una idea a la que le di muchas vueltas con posterioridad al estallido de violencia y la crisis social de octubre de 2019 fue que el tejido social terminó de quebrarse y que urgía una reconstrucción espiritual de los vínculos sociales que han sido destruidos. En ese sentido, como bien señalaba Joaquín García-Huidobro, la palabra que faltó en la derecha fue “solidaridad”, “comunidad”. Y nada de eso es incompatible con las “ideas del sector”, de hecho, requiere una derecha que sea fiel a sus principios. Sin ir más lejos, si el Gobierno hubiera aplicado en serio el proyecto estrella de su programa, Clase Media Protegida, se habrían atacado las principales causas de la crisis social. En esa línea, la ex ministra Marcela Cubillos, quien obtuvo la segunda mayoría a nivel nacional, destacó que “las ideas no se defienden solas. La centroderecha debe construir una alternativa que sea una ‘alternativa’ y no una mala copia; entrar en debate cultural; dejar de asumir consignas y diagnósticos de la Izquierda y levantar sin complejos sus banderas si quiere recuperar fuerza electoral”.

A pesar de que la configuración de la Convención Constitucional oscurece bastante el panorama, los resultados del fin de semana pasado ofrecen una oportunidad única para hacer movimientos de piezas en el tablero de la derecha, realineando los límites de la coalición y reconstruir sus bases. Si la derecha está en el suelo, sólo podrá salir de ahí volviendo a sus principios, recuperando su identidad y articulando a los sectores conservadores y socialcristianos que hicieron grande a la derecha en los dos siglos de vida independiente. Como he dicho anteriormente: Si no tenemos claro adónde ir, debemos volver a lo que somos, entendernos, y así proponer una hoja de ruta para tener una derecha con mística, convencida y comprometida. Una derecha con principios: que enarbole a la justicia como principio articulador, rescate la subsidiariedad y la solidaridad, y no se olvide del respeto de la persona humana como ser individual y social. Y aterrizando, que le urja combatir la pobreza, que impulse y potencie a la sociedad civil, y vele por que todos tengan oportunidades para salir adelante. Puede que electoralmente no sea lo más importante, pero un sector que no tiene claridad de quién es ni adónde quiere ir, no podrá subsistir más allá de estos cuatro años.