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El ladrón detrás del juez

Cumpliéndose un nuevo aniversario de la intervención militar en Chile, el 11 de septiembre de 1973, parece conveniente volver la vista atrás para recordar los hechos de antaño y extraer lecciones para el presente y el futuro.

Desde luego, no podemos dejar de advertir cómo no hay día que pase sin que el Partido Comunista llame a una ofensiva por los derechos humanos. Pero, no olvidemos, es el mismo partido que jugó un papel tan activo como lamentable en el intento de convertir a Chile en una segunda Cuba y en el hermano menor de la Unión Soviética, todo sobre la base de arruinar al país y así hacerlo dependiente. Y que apoyó siempre todo lo que hiciera o que ordenara el Partido Comunista soviético. Carga así sobre sus hombros con la responsabilidad del tremendo fracaso del experimento marxista en Chile, pero también con la responsabilidad de más de cien millones de muertos durante el siglo XX, sin contar con el retraso descomunal a que el comunismo condenó a los pueblos que dominó; sin contar con el drama de las fugas masivas de quienes aspiraban a algo de decencia en la vida, como los cubanos de hace 50 años o los venezolanos de hoy día; sin contar con la máxima vergüenza que fue el Muro de Berlín. Que ahora anuncie su preocupación por los “derechos humanos” no pasa de ser una mala burla que trata de borrar lo que fue su siniestro pasado.

Trabajar para la efectiva vigencia de los derechos humanos es una responsabilidad que a todos nos incumbe. El punto de partida de ese trabajo debe incluir, por supuesto, la memoria de todo aquello que lamentamos que entre nosotros haya sucedido. Pero, si esa memoria, aunque sea fiel, lo es sólo de una parte de lo que sucedió, es una memoria falsa. Restablecerla en toda su integridad, constituye un elemento esencial del camino para que no volvamos a caer en los mismos errores del pasado. Es inaceptable, por lo mismo, que esa memoria parcial y, por lo tanto, falsa, intente soslayar el recuerdo de los horrores y fracasos del comunismo mundial a los cuales van asociados nombres como los de Lenin, Stalin, Mao.tse.tung, Castro, Guevara y otros. Y menos aceptable es que intente soslayar la responsabilidad que le cupo en la estrategia que destruyó a Chile entre 1970 y 1973, que validó la violencia como método legítimo para apoderase del poder y doblegar a quienes osaran hacer oposición; que atizó la división entre los chilenos y que preparó las condiciones para apoderarse a sangre y fuego del país.

Son recuerdos que ciertamente no pueden faltar a la hora de decidir acerca de nuestro futuro.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su página de  Facebook.