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¡A pensar el voto con valor!

Literalmente, ya sabemos que estamos en septiembre por el olor a asado, las promociones de vinos y los sobrevivientes motivos tricolores, es decir, guirnaldas y banderas.  La condición de “sobreviviente” de estas últimas lamentablemente es una realidad, que nos lleva a un fenómeno aún más complejo y, por lo mismo, más difícil de enfrentar y de superar: la crisis de nuestra patria.  Todos tenemos claro cuál es dicha crisis, por ello, está de más referirse a ésta.  No obstante, no todos tienen claro cuáles sean las posibles soluciones.  De todos modos, la solución es política, por lo tanto, la cuestión es cómo deducir cuál es esa solución, esa especie de Santo Grial que deberíamos tener para revertir el proceso de disolución, gentileza de la deconstrucción izquierdista.

Ya que estamos en septiembre, tendríamos que tomar como ejemplo a los Padres de La Patria.  Ellos supieron enfrentar las vicisitudes políticas, organizándose y sin tranzar principios ni fines.  Simplemente, tuvieron el valor necesario para no nublarse por el miedo.  Es muy probable que hayan tenido miedo, y mucho, pero superaron ese miedo para poder pensar con claridad.  Y junto a este valor, está el heroísmo que los llevó a arriesgar y, muchas veces, dar la vida con una causa superior llamada Chile.  Siguiendo este ejemplo, el ciudadano que se apresta a celebrar unas nuevas Fiestas Patrias debería tomarse la molestia de reflexionar sobre el significado aún vigente de esta efeméride y de cómo solucionar la actual crisis nacional, de lo contrario, su celebración sería un “mero carrete” a costa de nuestros heroicos antepasados.

Sin duda, la solución política más conveniente es la vía electoral.  La sociedad chilena se enfrenta aquí a la “terrible” necesidad de pensar, sí, terrible porque las pasiones cavernarias apoyadas por una amplia mayoría electoral, dan cuenta de que los votos no son, precisamente, lo más pensado.  Ya son muchos los que dicen con asombro que no pensaron que la Convención Constituyente iba a ser el tongo que es realmente.  Pero si no había por dónde pensar lo contrario.

Lo más importante para pensar bien es hacerlo sin miedo, así no se nubla la mente.  Esto permite sacar lecciones del pasado.  El año 1964, movida por un pánico infundado, la derecha bajó a su candidato Julio Durán en favor de Eduardo Frei para que no ganara Salvador Allende.  A la postre, Allende igual fue presidente y, por su parte, la derecha casi desapareció.  Desde ese entonces, ha perdido todas las elecciones, más de cincuenta.  Pagó demasiado caro su pánico y, lo peor de todo, es que todavía no ha aprendido lo suficiente.

Hoy nos vemos en una situación parecida.  La tentación de votar por enésima e inútil vez por el mal menor es demasiado grande en ciertos electores.  En la votación pasada, se enfrentaron Piñera y Guillier, ¿cuál era el mal menor?  Sin duda, Guillier.  Hoy estaríamos igual de mal, pero con la izquierda gobernando y dando la cara, es decir, pagando los costos de su incapacidad.  La gente estaría pidiendo a gritos un gobierno de derecha republicana y patriótica, una derecha portaliana.  En cambio, estamos siendo gobernados por la izquierda, pues, dicta las pautas por tener el poder, el Gobierno desechó su agenda y tomó íntegramente la agenda zurda.  Sin embargo, el costo de las malas medidas zurdas lo paga el oficialismo, pues, quien gobierna oficialmente es quien da la cara.  Cabe referirse al tema de la tenencia del poder.  La izquierda está en el poder, no en el Gobierno, no confundir ambos conceptos.  Los zurdos controlan las fiscalías, los tribunales de Justicia, el Tribunal Constitucional, ambas cámaras del Congreso, la prensa, los cuerpos intermedios, etc., por algo hacen lo que quieren con Piñera y los suyos.  Y hoy vemos donde estamos: a pasos de caer en el castro-chavismo y con la Agenda 2030 de la ONU metida hasta la médula de nuestra patria.  En palabras simples, el patriotismo amenazado de muerte.

Con este pequeño, pero preciso análisis, estimado lector, emulando el valor de quienes nos legaron la independencia, atrévase a pensar su voto sin miedo y, por supuesto, a ejercerlo, aunque sea lo último que haga.  Fueron muchos los que murieron o sufrieron en demasía para liberar a nuestra patria.

¿Cuál sería el resultado de pensar sin miedo?  Está a la vista.  Para evitar que llegue al Gobierno la deconstrucción izquierdista de Boric o la Provoste, en teoría, existen dos opciones: Sebastián Sichel y José Antonio Kast, o sea, los candidatos de derecha, pero ¿son realmente los dos de derecha?  No, decir que Sichel es de derecha es como decir que Piñera y su gobierno también lo son.  Los defraudados por Piñera deberían preguntarse si volverían a votar por él, luego, preguntarse quién es el heredero de su nefasta gestión.  No es Kast, sino Sichel.  Él nunca ha dicho que es de derecha, pues, viene de la izquierda; fue candidato a congresal por la DC; ha trabajado con los presidentes Bachelet y Piñera; como si fuera poco, lo apoya la derecha cobarde y traidora e integró en su equipo de campaña a gente de izquierda.  En suma, un zurdo en comisión de servicio en la derecha, un Piñera más izquierdista.

Tal vez no parezca tan malo que no sea de derecha, algo entendible porque el tema no necesariamente sea la dualidad derecha-izquierda.  No obstante, veamos qué pasaría si fuera presidente.  De partida, trataría de congraciarse con la izquierda para evitar que le manden a la calle a sus “orcos” y, por otra parte, no le complicaría debilitar a las Fuerzas Armadas y las policías porque sabe que no le harían nada, aumentando así el desorden social.  Su anuncio de cerrar Punta Peuco es una prueba de ello.  A esto se debe que cuando le preguntaron por el peor hombre del mundo, haya contestado: Pinochet.  Aún no se entera de los dictadores de Venezuela, Corea del Norte o China, un oportunista.

Se la jugaría por desconocer el plebiscito de salida, él votó apruebo.  No tiene ni la fuerza, por su tipo de colaboradores, ni la voluntad, por sus ideas, de enfrentar a la izquierda radicalizada.

Sin embargo, lo peor de todo es su “prontuario cultural”.  Él está con la Agenda 2030, ese programa de la ONU que nos está transformando en una mera filial suya y en su conejillo de Indias.  Fue presidente de Plural Chile, un centro de estudios destinado a promover la izquierdización de nuestra patria, y recibió dinero nada menos que de George Soros, ese magnate progresista que apoya innumerables causas izquierdistas a nivel mundial y que, en Chile, ha financiado, entre otros, al Frente Amplio.  De conciencia de patria, cero.  Se opuso firmemente a un posible acuerdo con el Partido Republicano, aunque esto debilitara la opción del que se supone es su sector.

Votar por Sichel para que no salga la izquierda es un absurdo porque Sichel es de izquierda.

Por otro lado, está José Antonio Kast.  Todo lo contrario.  Tiene una trayectoria impecable de coherencia política y moral.  No oculta sus principios ni los tranza.  Él ha dicho claramente que debemos recuperar el Estado de derecho y el sentido de autoridad.  Se opone a la Agenda 2030 y tampoco se rendiría ante la izquierda.  Votó rechazo y lo volverá a hacer en el plebiscito constitucional de salida.

Con todos estos antecedentes, supongo que tiene claro quién le haría el gobierno a la izquierda y pagaría los costos de sus desastres, condenando a la derecha a la derrota por muchos años y a nuestro amado Chile a una dictadura castro-chavista.