- VivaChile.org - https://viva-chile.cl -

Slippery Slope

El título alude a una falacia conocida en castellano como pendiente resbaladiza, y que se usa para denostar a quien previene de las consecuencias, normalmente negativas, que provendrán de adoptar una decisión poco meditada. Sin embargo, en muchos casos la falacia no es tal y es considerada un argumento válido, cuando la experiencia hace probable que se desencadenen efectos perniciosos socialmente.

Esto está ocurriendo entre nosotros la menos con tres proyectos de ley: el de matrimonio entre personas del mismo sexo (proclamado engañosamente como “igualitario”), el de eutanasia y ahora último el de aborto sin causales.

La idea del matrimonio entre personas del mismo sexo proviene de la forma en que se reguló el divorcio, que luego dio paso al acuerdo de unión civil proclamado como una forma de familia. Si el compromiso conyugal no es de por vida, sino que fácilmente disoluble, y el acuerdo de unión civil puede terminarse por la voluntad unilateral de uno de los “convivientes” que pueden ser del mismo sexo, se ha ya acogido la noción de matrimonio como una pareja que convive por un tiempo. Si el matrimonio es una pareja, no tiene por qué ser un par de personas de sexo opuesto y resultan que se discrimina por orientación sexual al no dar acceso a este matrimonio/pareja.

Algo similar ha pasado con la minusvaloración de la vida humana. Primero se “despenalizó” el aborto en tres causales, para las que, se decía, no podría exigirse a las mujeres que no interrumpieran su embarazo. Muchos parlamentarios que se decían provida apoyaron el proyecto, temiendo que se les tachara de retrógrados y machistas y pensando -ingenuamente- que hasta ahí se llegaría. Algo similar pasó en el Tribunal Constitucional, en el que cuatro ministros sostuvieron que la vida del que está por nacer era un bien jurídico cuya protección es un mandato constitucional, mientras que la ley de aborto en tres causales dejaba entregada esa protección a la voluntad de la madre y del médico.

También aquí se advirtió que esto era solo el comienzo y que ya vendría un proyecto de ley de aborto libre. Pero la devaluación de la vida humana se presentó en el otro extremo: el del final de la vida y la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley que permite la eutanasia, sin tener en cuenta que, al igual como sucede en el Derecho Laboral, el derecho a la vida debe ser irrenunciable, porque ello va en beneficio de los más débiles, que de lo contrario sucumbirán a las presiones del ambiente que les indicará que es mejor que pidan la muerte para no seguir siendo una carga.

El proyecto de ley de aborto sin causales fue hace unos días rechazado en Comisión por un voto de una diputada democratacristiana, y eso ya encendió el debate, e incluso la candidata de la DC señaló estar de acuerdo con esa forma de aborto. En todo caso, si uno lee el proyecto, se ve que técnicamente es deficiente, ya que se limita a reformar el Código Penal, pero no el Código Sanitario, que es donde está regulado el aborto en tres causales. Por lo demás, no se entiende por qué el aborto no es punible solo dentro de las 14 semanas de gestación. ¿Qué milagro ocurre al día posterior al vencimiento de ese plazo que transforma al ser humano en gestación de “producto de la concepción” a ser humano con derecho a la vida?

Los movimientos feministas, por muchos pañuelos verdes que enarbolen, no advierten que la legalización del aborto esconde el más feroz de los machismos. Es cierto: ninguna mujer aborta por gusto; y si lo hace es porque el padre de la criatura y todo su entorno la presionan o la dejan abandonada a su suerte. No hay política más contraria a las mujeres que la de legalizar el aborto: ellas sufren el trauma de matar a un hijo o hija y la “sociedad patriarcal” se queda tan tranquila ahorrándose los costos de apoyar la maternidad y la crianza de esos niños.

Ahora se dirá que es solo hasta las 14 semanas, pero más tarde, siguiendo la slippery slope, se ampliará el plazo hasta llegar al cuasi-infanticidio del aborto por nacimiento parcial, en que se destroza el cránero de un niño de nueve meses para extraerlo del seno de la madre.

Cabe esperar que los parlamentarios sigan a Pedro Castillo, el recién electro Presidente del Perú, que, siendo de izquierda radical, no temió perder votos expresando su rechazo al aborto, al matrimonio homosexual y a la eutanasia, como males morales: “Yo vengo de una familia -aseveró- que me ha inculcado valores y eso lo voy a trasladar a mi pueblo”.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio, el jueves 26 de agosto del 2021.