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Los que votaron apruebo

Se escuchan numerosos testimonios de personas -incautos- que votaron Apruebo y ahora están arrepentidos. No podíamos pretender que anarquistas, comunistas, demos, frenteamplistas, socialistas-allendistas e ignorantes votaran Rechazo, pero lo que nunca pareció razonable es que personas supuestamente informadas y con niveles mínimos de cultura votaran Apruebo. Incluyo aquí a los 4 candidatos a primarias presidenciales de la “centro derecha”.

¿Qué los obnubiló? ¿Qué les pasó para que fueran embaucados? Incluso grandes empresarios autoflagelantes y culposos apoyaron el Apruebo. ¿Pensaron que el sentido común primaría, en circunstancias que el plebiscito gatillado por el estallido delictual es nulo, de nulidad absoluta desde el origen? En efecto, este fue detonado por extorsión manifiesta, tras millonarios destrozos a la propiedad privada y pública. También el gobierno de Sebastián Piñera fue culpable y no menos lo fueron los parlamentarios oficialistas que estuvieron dispuestos a doblegarse de manera cobarde a la presión de los vándalos. La prensa -controlada por la izquierda dura- también es cómplice activa del patético espectáculo que Chile está dando al mundo.

La Convención se ha “mapuchizado”. Los pueblos originarios hoy representan algo así como el 12% de la población chilena -en realidad no es ni un tercio de ese porcentaje- pues la Conadi y diversas ONG´s presionaron a que chilenos comunes y corrientes se declararan originarios a cambio de beneficios pecuniarios (más acceso a aportes del Estado). Los mecanismos de control y de auditoría mínimos que garantizaran la calidad de originario no fueron implementados. Se decretaron requisitos que ciertamente eran instrumentales al objetivo de la izquierda y de Naciones Unidas y sus tentáculos.

La puesta en marcha de la Convención ha sido vergonzosa, toda vez que sus recién elegidos dirigentes han proclamado demandas y aspiraciones personales ajenas al objetivo y ámbito de acción definidos por los firmantes del acuerdo de noviembre de 2019. La desfachatez de algunos convencionales ha llegado al extremo de exigir la liberación de delincuentes presos, sobrepasando toda racionalidad. El himno nacional no fue respetado y no hay sanciones para los responsables. Nuestra bandera deambula junto a otros emblemas de reciente creación. Se intenta de antemano discutir nuestra unidad territorial, nuestro estado de derecho y nuestras tradiciones republicanas. Desde el exterior, especialmente desde países desarrollados, ya nos vuelven a encasillar dentro de aquellos países tercermundistas, que pretenden reescribir la historia de más de cuatro siglos. Lo más sorprendente es que se les asignó a los mal llamados pueblos originarios, escaños reservados, transformándolos en ciudadanos de primera clase y desterrando el lógico concepto democrático de un ciudadano, un voto.

Antes de la elección de los responsables de liderar la Convención, ya se había “cocinado” que quien lideraría este grupo sería una mujer y mapuche. Es al menos curioso que los “chilenos originarios” lleven el pandero de la redacción de la nueva constitución de la República de Chile, en circunstancias que muchos de ellos no se consideran chilenos. En los próximos meses podríamos tener una Constitución redactada para el pueblo-nación mapuche que sería extensiva a la República de Chile. Todo este panorama es como una locura colectiva, “legal”, mediática, irracional, inentendible y violenta.

En el intertanto la Araucanía habitada por mapuches trabajadores y pacíficos sigue en llamas, repleta de tomas ilegales, de asesinatos, de extorsión y de narcotráfico. Los carabineros agazapados y desmotivados, los fiscales amenazados y la Patria de todos, herida. Escuchar a algunos convencionales resulta penoso y da cuenta de la urgente necesidad de educar mejor, pues muchos de los recién elegidos no saben expresarse, otros no saben redactar y otros son muy violentos, pues no quieren respetar las reglas que ellos mismos conocían al presentarse como candidatos.

Lo que viene está claro: muchos gastos, muchos beneficios para cada uno de ellos, muchas peleas, litigios de competencia con otros poderes del Estado, trabajo serio de unos pocos y un quiebre cada vez mayor en la sociedad chilena. La única salida posible, de no generarse un proyecto de Carta Magna razonable, será el rechazo en el plebiscito de salida, pero esa opción, aunque legal, será ilusoria, pues la izquierda dura no respeta las leyes, nunca las ha respetado ni aquí ni en otros países. Aquí estamos frente a un sector de la población que no acepta las reglas, que juega sucio y no se les expulsa, pues no hay árbitros serios. La FIFA de la política interna está capturada, al estilo Naciones Unidas. Por años han ido trabajando para cubrir todos los espacios y, como lo lograron en Cuba, en Venezuela y en Nicaragua, seguirán esa estrategia. Feministas, ambientalistas, animalistas y contingentes de personas que quieren recibir beneficios sin trabajar, se suman al salvaje rebaño que busca destruir el sistema. Algunos reciben asesoría de economistas como Ramón López, que en cada declaración tiene que explicar que lo que dijo no lo dijo, o que quiso decir otra cosa.

En un país con una jerarquía de la iglesia silente, con pocos parlamentarios razonables y valientes, con un poder Ejecutivo terminal, con un poder Judicial difuso y con no pocos empresarios dedicados a cuidar “su billete” y no a defender a Chile, las cosas van de mal en peor. Hagámosla cortita: imploremos una vez más a la Virgen del Carmen, Reina y Patrona de Chile, para que ilumine a los constituyentes preparados, también a los incultos, a los trabajadores y a los flojos, a los pacíficos y a los violentos, para que Chile no se vaya al carajo.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero, el miércoles 14 de julio del 2021.