La última claudicación

José Tomás Hargous F. | Sección: Familia, Política

Esta semana tuvimos la tradicional Cuenta Pública del Gobierno, la última del Presidente Sebastián Piñera. En años anteriores, cuando se realizaba el 21 de Mayo, era un momento trascendente que permitía al Gobierno no sólo dar cuenta de la gestión del año anterior, sino controlar la agenda y poner en discusión los temas que estimara relevantes. Este año pudo haberse centrado en el manejo de la pandemia, del exitoso proceso de vacunación o del inicio del proceso constituyente, sin embargo, el único de los anuncios que destacó fue uno que a simple vista parece una cortina de humo: el Gobierno le dará suma urgencia al mal llamado “matrimonio igualitario”. Podrían escribirse páginas y páginas explicando que no es una política “de derecha”, que es perjudicial para la promoción de la familia que el mismo Presidente juró defender hace cuatro años, o que es una “prioridad de boutique”, alejada de las verdaderas preocupaciones de la mayoría social del país. Pero en esta tribuna queremos referirnos simplemente a por qué constituye una última claudicación del Gobierno frente a la izquierda progresista.

Luego de unas elecciones fatales para la derecha, en la cual sólo pudieron cantar victoria quienes a lado y lado del espectro defendieron con fuerza sus convicciones, no se entiende que el Gobierno siga buscando contentar al adversario claudicando principio tras principio y promesa tras promesa, pensando que los adeptos seguirán fieles y no le quitarán el respaldo, confirmando que carece de rumbo y “navega en los vaivenes de la discusión política”. Tristemente, ése es el resumen de estos cuatro años de Gobierno de Chile Vamos. Pensábamos que era el momento más exitoso de la derecha, con dos gobiernos electos democráticamente en una década, cosa que no se podía decir ¡desde el parlamentarismo! Sin embargo, eso no significó un triunfo de las “ideas de derecha” sino que sólo un agotamiento de la Concertación luego de 20 años relativamente exitosos y el estruendoso fracaso de las “ideas de izquierda” en el Gobierno de la Nueva Mayoría.

Por el contrario, nunca la derecha estuvo tan acomplejada para defender sus principios y su programa frente al bando derrotado hace sólo tres años. Naturalmente, estas claudicaciones no se restringen a los temas mal llamados “valóricos”, aunque pueda ser en éstos donde más claramente el Gobierno traicionó a su coalición y a su electorado. En nuestra columna anterior recordábamos el caso del proyecto estrella de su programa, Clase Media Protegida, con el cual se habrían atacado las principales causas de la crisis social. Y no podemos olvidar que fue este gobierno el que entregó la Constitución que favoreció los 40 años más exitosos de nuestra historia, caracterizados por una estabilidad política con un progreso económico sostenido y paz social probablemente sin parangón en los últimos 200 años de vida independiente. 

Ahora sólo queda esperar que los sectores de la derecha que aún comparten las convicciones y el programa que llevaron a Sebastián Piñera al triunfo aplastante en 2017, rebarajen el tablero del sector y redefinan los límites de la coalición. La derecha sólo podrá salir del suelo político y cultural en que se encuentra con valentía, regresando a sus principios y rescatando su identidad, convocando a todos aquellos que, contrarios al progresismo, comparten una misma visión de la persona, la familia, la sociedad y el Estado, y creen que sus ideas son más justas y son las que llevarán al país al progreso económico, político, cultural y espiritual si tienen a quien las defienda con fuerza. En un año no sólo electoral, sino en el cual se redactará nuestra Carta Fundamental, una derecha con principios es más necesaria que nunca.