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Nuestras burbujas

El periodista de TVN Iván Núñez y el camarógrafo Esteban Sánchez fueron atacados a balazos en el camino entre Cañete y Tirúa, luego de entrevistarse con el dirigente de la Coordinadora Arauco Malleco, Héctor Llaitul. El camarógrafo sufrió heridas graves en un ojo. Núñez declaró que fueron víctimas de un ataque terrorista, no un acto delictual, y señaló que “aún no logro sacar de mi mente sus gritos de dolor, el ruido de los disparos, el sangrado profuso de sus múltiples heridas”.

Su relato es impactante y propio de alguien que estuvo sometido durante cinco minutos a disparos con armas de fuego que, en su opinión, buscaban matarlos. Muchas reacciones han puesto énfasis en el atentado a la libertad de prensa que significa un ataque como este, y han lamentado, con razón, las graves heridas sufridas por Esteban Sánchez. Son por supuesto hechos preocupantes y lamentables.

Hay sin embargo otra dimensión en estos incidentes. Iván Núñez es el conductor del noticiero central de TVN, suponemos un hombre plenamente informado. Uno pensaría entonces que no debiera estar sorprendido por la presencia de terrorismo en esa zona. Más de veinte personas han sido asesinadas por acciones terroristas en los últimos años, entre ellos los ancianos Werner Luchsinger y Viviane Mackay, que fueron quemados en su vivienda en La Araucanía: una muerte cuyos escabrosos detalles podrían causarnos horror.

Es entendible que la propia experiencia, la de un familiar o la de un vecino incluso, sea más impactante y traumática para cualquiera de nosotros que lo que le ocurrió a alguien desconocido o lejano, no vamos a discutir eso; pero las reacciones de la gente de la prensa al ataque a sus colegas debieran hacerles meditar a ellos mismos sobre una cuestión preocupante: el horror del terrorismo en la Araucanía y la provincia de Arauco es minusvalorado, cuando no ignorado, por los medios de comunicación. Muchos lo han normalizado.

En efecto, vemos que para referirse a los continuos atentados en la zona se evita utilizar la palabra terrorismo; se usa el eufemismo de violencia rural, como si se tratara del robo de un par de animales, un problema de abigeato. Eso es muy injusto con la población asolada por la violencia en esas zonas, que sienten con razón que el Estado de Chile y los medios no le dan importancia a su situación, no se conmueven por los dramas que viven como consecuencia de las acciones violentas que, por miles, se repiten cada año, y que se han llevado la vida del camionero Juan Barrios, del detective Luis Morales, del agricultor Orwal Casanova, del carabinero Eugenio Naín o del joven de 21 años Moisés Orellana, entre muchos otros. Eran chilenos, como Iván Núñez y Esteban Sánchez, que cumpliendo con sus deberes diarios fueron atacados por terroristas y lo pagaron con sus vidas.

En esa misma línea, no deja de llamar la atención que el Instituto Nacional de Derechos Humanos prontamente haya señalado que el grave atentado contra el equipo de TVN pone en peligro la búsqueda de soluciones pacíficas a los problemas que afectan a la sociedad chilena. No se oyó algo similar del INDH ante las muertes de más de veinte chilenos en la zona en los últimos años y sí se vio, en cambio, a abogados de ese organismo sentados al lado de los defensores de los asesinos del matrimonio Luchsinger-Mackay en audiencias públicas de ese caso.

Una de las críticas que se hace a las elites de nuestro país es que viven en una burbuja, que no sufren las miserias de la mayoría de sus compatriotas. Paradojalmente, esa crítica viene muchas veces desde los medios, de comunicadores que hablan de la elite mirando para el lado, pero que en realidad viven en sus propias burbujas alejados de la experiencia del chileno medio y se muestran impactados cuando el horror llega a su casa. Es también una burbuja la del Instituto Nacional de Derechos Humanos, que defiende sólo a los afectados que comulgan con las ideas o las causas de sus directivos, ignorando a tantos chilenos que sufren por la violencia terrorista. Ojalá unos y otros meditaran, a raíz de los tristes sucesos que afectaron al equipo de TVN, y tuvieran la empatía para ponerse en la situación de muchos chilenos que están siendo asolados por el terrorismo y que sienten que hay sectores de la sociedad chilena que, lejos de protegerlos y acogerlos, se ponen del lado de sus agresores.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero, el jueves 01 de abril del 2021.