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La hora de las tinieblas

Haec est hora vestra, et potestas tenebrarum”. Esta es vuestra hora, y el poder de las tinieblas. No pude evitar recordar esta frase de nuestro Señor frente a la seguidilla de proyectos de ley impulsados o apoyados por ciertos presuntos representantes de la voluntad popular (y quizás con la condescendencia de otros), sobre todo considerando el panorama político, social y eclesiástico de nuestra patria.

Es una realidad que están bajo ataque la familia, la vida y los vestigios de Cristiandad que quedan en el mundo hispanoamericano. Todos los años, los meses de diciembre y enero se levantan los parlamentarios de Chile contra la ley natural… El verano es el momento en que los ricos se pierden en su universo paralelo en los balnearios de Cachagua o Zapallar. Verano es, pues, el momento en que los parlamentarios de derecha saben que es improbable que sus financistas vean sus intervenciones (o sus inasistencias).

Este mes la ola sucia y podrida —roja y verde— se empeña en sumergir la patria, escupiendo su puerca saliva sobre la Cruz del Redentor… Comenzó con el adoctrinamiento ideológico en los colegios en materias históricas, con la clara pretensión vengativa de negar la necesidad del golpe que puso fin al yugo marxista que caía sobre Chile entre 1970 y 1973. Afortunadamente, la exigencia de un quórum elevado (establecida en nuestro agonizante cuadernillo constitucional) y las gestiones de diversas organizaciones fueron suficientes para que el proyecto fuese rechazado en la Cámara de Diputados.

Pero los revolucionarios no descansan. El verano recién comenzaba.

Con la complicidad del Presidente de la Cámara de Diputados, Diego Paulsen —perteneciente a Renovación Nacional, un partido de centroderecha (que no pasa de ser un batiburrillo indefinido cuya función en el espectro político parece ser solamente servir de ancla centrista)— en diciembre se puso en tabla para ser votado el proyecto de ley de eutanasia, que con escandaloso eufemismo llaman “muerte digna y cuidados paliativos”.

Fue aprobado, por supuesto, con el apoyo unánime de las izquierdas duras, con bastantes votos de la Democracia Cristiana (aunque hay que reconocer que hubo notables excepciones) y con votos de los tres grandes partidos de la derecha —en los que el liberalismo ha hecho metástasis desde hace años—, incluyendo a Virginia Troncoso, Torrealba, Keitel, Morán (designado por Desbordes), Longton, Lavín jr. (de tal palo, tal astilla), Pablo Kast, entre otros. No faltó un democristiano, Víctor Torres, que prostituyó palabras de pontífices y documentos magisteriales, no para lavar su conciencia, pues es masón (y por otro lado, para lavar conciencias basta con el asentimiento previo de algún jesuita hereje), sino para justificar su postura de “humanismo cristiano no confesional”.

El proyecto chileno de eutanasia es mucho peor que la ley holandesa. Incluía eutanasia desde los 14 años contra la voluntad de los padres, medida que fue rechazada, pero que pretenden reingresar incorporando la autorización de al menos un representante legal. Además, el proyecto no incluye comisiones revisoras, cuidados paliativos como requisito para acceder a la eutanasia… nada.

En enero, la comisión ha hecho avanzar el proyecto con rapidez. La izquierda se ha mostrado inflexible en cada uno de estos puntos —“avanzar sin transar”— y ha sido absolutamente irrespetuosa con los especialistas en cuidados paliativos que han asistido a la comisión. Han decidido dedicar todas sus energías a matar ancianos en tiempos de una tremenda crisis sanitaria, en que supuestamente todos los fariseos se llenan la boca con discursos para cuidar a la “población de riesgo” (lo que en la jerigonza de estos aprendices de funcionarios públicos quiere decir viejos).

Para coronar este mes, “he aquí un caballo verde claro: quien lo montaba se llama Muerte, y el infierno lo seguía, y se le dio poder sobre la cuarta parte de la tierra para matar con espada” (Apoc. VI, 8). Aprovechando el impulso trasandino, las hinchadas feministas pusieron este tema en discusión. Llegaron a la Comisión de Mujer y Equidad de Género (comisiones inútiles que los parlamentos liberales se autoexigen por motivos de corrección política) con pañuelos verdes y periodistas. La Ministra Zalaquett, que venía en representación del Presidente Piñera, no abrió la boca (como es ya frecuente en esta administración) y las diputadas de derecha se limitaron a una defensa timorata y blandengue, con un par de excepciones (que en todo caso no atacaron el punto de fondo: la ilicitud de matar directamente a un ser humano en gestación). La estrategia del Gobierno, para variar, parece ser la de lavarse las manos atrasando la discusión, para evitar la incomodidad de vetar un proyecto como este.

Hay quienes dicen que esta maniobra fue puramente comunicacional, para que el aborto comience a ser tema y se discuta en Chile… En cualquier caso, la cultura de la muerte avanza, y la guerra recién comienza. Esta es la hora de los revolucionarios, títeres de las tinieblas. Es el momento de mayor desgobierno de los últimos 50 años, el peor Congreso de nuestra historia, la peor crisis de la jerarquía de la Iglesia en Chile… el silencio de los pastores (¡y su complicidad!), la confusión de las ovejas, la cobardía de los “buenos”, la astucia y tenacidad de los enemigos de Dios… Todo se junta en esta hora.

De cara a las consecuencias, parece que no nos queda más que la esperanza teologal… Pero como católicos debemos recordar que esa esperanza no es menos real que las consecuencias que se avecinan. Esta hora es de ellos. Pero eso no nos debe llevar a bajar los brazos, pues es nuestro deber perseverar hasta el final. Ya llegará el día en que Cristo volverá para restablecer la justicia y castigar a los impíos.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Esperanza, el martes 26 de enero de 2021.