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Siembra vientos y cosecha tempestades

Bajo el título de “Acomodarse a la violencia”, hoy aparece una carta en la prensa en la cual un grupo de expolíticos e intelectuales que tuvieron mucha figuración durante los gobiernos de la Concertación, con Mariana Aylwin a la cabeza, se lamentan de los límites que ha alcanzado la violencia y la destrucción entre nosotros. Lo dicen haciendo referencia a los sucesos del domingo pasado, sobre todo al incendio de dos iglesias. Pero, estos personajes ¿de qué se quejan? si lo que sucede ahora no es más que el fruto de lo que ellos sembraron cuando pasaron por el poder.

Ellos reclamaban por la proscripción que el gobierno militar había hecho del marxismo y pedían insistentemente que fuera reincorporado a la vida política del país. Pues, lograron su objetivo y hoy día simplemente sucede que ese marxismo lleva adelante las estrategias de conquista del poder que le son propias y muy conocidas: atizar los enfrentamientos sociales llevándolos al extremo del paroxismo y de la violencia. Siempre ha sido así ¿de qué nos extrañamos ahora?

La historia se repite. Estos que ahora, horrorizados frente al incendio y a la destrucción, firman esa carta no hacen sino repetir lo que cincuenta años atrás sucedió con eso que se denomina Democracia Cristiana, donde, por lo demás, casi todos ellos se incubaron. Quienes entonces militaban en ese partido, con Eduardo Frei Montalva, Patricio Aylwin y otros a la cabeza, dieron la batalla por un pluralismo total en la política y, por ejemplo, se esmeraron en 1957 por derogar la Ley de Defensa de la Democracia que proscribía el marxismo. Y lo lograron. Pero, cuando éste actuó conforme a su ideología y puso entre 1970 y 1973 al país en trance de destrucción, fueron a golpear las puertas de los cuarteles pidiendo la intervención militar.

Siembra vientos y cosecha tempestades. Ese viejo aforismo recibe hoy en nuestra patria una nueva confirmación. No está demás recordar que esos que firman, siempre con Mariana Aylwin a la cabeza, prestaron felices sus votos para destruir la familia y hacer legal el asesinato de inocentes por la vía del aborto. Al lado de ese crimen, apedrear vitrinas comerciales, apoderarse de plazas, calles y avenidas y aun, incendiar iglesias, es juego de niños.

La violencia que ha estallado en Chile llevaba mucho tiempo incubándose y en ese proceso participaron muchos de los que ahora rasgan sus vestiduras porque ella afloró. Entre otros, además de los mencionados, el rector de la UDP Carlos Peña que, en su columna dominical, manifiesta su espanto ante la violencia tratando de que ahora se olvide que de ella él ha sido uno de los principales responsables. 

Para ser creíbles deben primero reconocer sus errores. De lo contrario, van a quedar como lo que probablemente son: unos maestros consumados de la hipocresía.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor el miércoles 21 de octubre en su página de Facebook.