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Una meditación

Mañana 11 de septiembre se conmemora un nuevo aniversario de la acción de las FF.AA. y de Orden por la cual se puso término al experimento de que Chile era víctima a manos de quienes detentaban el poder en ese momento, es decir de la coalición marxista encabezada por Salvador Allende, que ostentaba el título de presidente de la República. Fue la culminación de un largo proceso cuyo trasfondo fue el profundo antagonismo que se desarrolló entre distintos grupos de chilenos hasta el punto de que el nombre de Chile pareció haber dejado de significar un hogar común para todos quienes lo habitaban para transformarse en el nombre de un gran campo de batalla.

Como lo hemos dicho en otras oportunidades, en el origen de esta situación estuvo la pobreza que generó el desplome del precio del salitre, entre 1919 y 1929. Fue en esos años en los que en el país hasta entonces socialmente muy unido, comenzó este proceso de antagonismo social. Fue el momento en que aparecieron los partidos dedicados a explotar esta pobreza y a fomentar la lucha de clases, es decir, a emplear a los grupos de trabajadores para perseguir la utopía de la dictadura del proletariado que ya se demostraba, donde se estaba aplicando, como una dictadura contra el proletariado. Fueron, el comunista primero, en 1922; y el socialista, después, en 1933. A poco andar, comenzaron a ser ayudados por grupos que se decían de Iglesia y para los cuales, como la democracia cristiana, el comunismo era el deber no cumplido por los cristianos. El siguiente paso para estos grupos que ya incluían a varios obispos y muchos clérigos, fue el de proclamar que ser cristiano exigía entrar en la praxis comunista. En fin, unos más otros menos, todos concluyeron afirmando el uso de la violencia como instrumento legítimo para imponer su voluntad en el país.

En medio de esta descomposición que hacía estragos entre los grupos más vulnerables del país, hubo sin embargo quienes, contra viento y marea, mantuvieron el ideal de la unidad nacional. Fueron las FF.AA y de Orden. Organizadas en torno a un espíritu de prescindencia política no tuvieron otra posibilidad que intervenir para evitar la disolución final del país y su reducción al estado de una segunda Cuba o de hermano menor de la Unión Soviética de entonces.

A pesar de la profundidad de la crisis que entonces sacudió a Chile, lo sucedido entonces parece no interesar a la mayoría de nuestros compatriotas de hoy. Para ellos, lo que sucedió antes de 1973 o no existe o carece de toda importancia. De hecho, estamos al borde de que se nos pueda aplicar el viejo aforismo; los países que olvidan su historia están condenados a repetirla. Por eso, la importancia de evitar que este olvido se haga crónico. La responsabilidad con que encaremos esta tarea marcará, sin duda, el futuro de Chile.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor el jueves 10 de septiembre en su página de Facebook.