“Os perseguirán” aseguró Cristo, y luego reafirma: “El discípulo no es más grande que el maestro” (por si nos quedaban dudas). Así se nos advertía a los cristianos de la persecución y calvario que habrían de suceder, ¡ser cristianos no es juego!, eso se nos quería decir, ¿tomarás la cruz para seguirme?, esa la interrogante. Y mientras en varias partes del mundo la reapertura de las Iglesias sigue sujeta a estrictas exigencias, en proceso pausado y paulatino, Occidente observa la paralización de la administración de los sacramentos a los fieles, y con ello, un desequilibrio en el combate espiritual que se libra en la tierra, y la lucha que cada uno tiene en su interior.
A su vez, en otros rincones del mundo, nuevos mártires otorgan testimonio de fe y fortaleza, y desde el cielo, reparten las gracias tan necesarias en estos momentos de dificultad. Los tiempos actuales son los de mayor persecución cruenta en la historia, aún mayor que la vivida por los primeros cristianos; y si se sumasen todas las muertes, fruto de persecución religiosa, ocurridas en todos los siglos pasados, ellas no superan los asesinatos perpetrados contra los cristianos en este último siglo.
Ejemplos, lamentablemente sobreabundan. Corea del Norte es clasificado como el país que realiza la peor persecución cristiana en el mundo de acuerdo a la organización Puertas Abiertas, y se calcula que en Corea del Norte hay cerca de 50 mil cristianos en campos de trabajos forzados; de acuerdo al mismo gobierno comunista norcoreano, la práctica religiosa ha sido casi eliminada. A corea del norte le siguen Afganistán, Somalia, Libia, Pakistán, Eritrea, Sudán, Yemen, Irán, India; siendo todos ellos, los 10 países que encabezan la persecución religiosa a nivel mundial.
Este año 2020 no ha sido distinto. La oficina de prensa del Vaticano informó, en mayo, de la muerte de 3 obispos chinos, encarcelados por su fe; el 20 de mayo una iglesia en Egipto fue destruida por el extremismo islámico; el 28 de mayo, se mantuvo cautiva una ciudad en Mozambique, siendo la tercera vez en este año 2020 que una ciudad en este país es cautiva por grupos de islamistas extremos, mismo grupo que entre el 2018 y 2019 asesinaron a 40 cristianos; y el 31 de mayo, un grupo de cristianos en Costa Marfil fueron atacados por no participar en los ritos sacrificiales de otras religiones. Del mismo modo, se ha denunciado que en Vietnam y en India, se ha discriminado a los cristianos, privándolos de ayuda gubernamental para esta pandemia. En total, se estima que actualmente, 240 millones de cristianos enfrentan intimidación, prisión o muerte por su fe.
Pero probablemente, uno de los fenómenos más cruentos y actuales en cuanto a persecución y genocidio, es el perpetrado por la organización Boko Haram en África, quienes quieren imponer la ley sharía como ley civil y establecer un proclamado Estado Islámico. Este grupo se encuentra activo en Camerún, Chad, Níger y Malí, pero es en Nigeria donde más ha destacado la matanza cristiana, particularmente, al sur del país, ubicando a Nigeria en el lugar 12 de los países con mayor persecución cristiana, según el estudio de Puertas Abiertas.
Las noticias de los atentados realizados por este grupo comienzan hace más de una década, y el hostigamiento se extiende desde la exclusión política, la negación de tierras para la construcción de iglesias, secuestros, hasta, en última medida, la ejecución. Así, desde el 2015, han asesinado a cerca de 6.000 cristianos. Ha sido tan violenta la persecución nigeriana en los últimos años, que en febrero de este año, 5 millones de cristianos salieron en protesta para pedir el fin de los ataques en el país, esta protesta fue en parte organizada por la Asociación de Cristianos en Nigeria, cuyo líder, el reverendo Andimi, había sido decapitado un mes antes de la protesta.
La vida de fe de estos cristianos es, al final, una entrega total a Cristo, una entrega que muchas veces es gustosa, y que contrasta fuertemente con el de algunos cristianos adormilados por un mundo de comodidades.
¿Qué pasa en Occidente? La persecución que se vive en Europa y América es, principalmente, de carácter social y político, pero se ha vuelto una persecución idónea para recluir la fe al ámbito privado. Los fieles y sus pastores se han transformado, ante esto, en un rebaño atemorizado, muy lejos de la influencia y la transformación social que el cristianismo provocó en la sociedad occidental y que ha continuado haciendo hasta estas últimas décadas.
Necesitamos mirar a esos cristianos que enseñan firmeza en tiempos de tibieza. Que estos mártires sean testimonio que sacuda nuestro espíritu y conmueva nuestros corazones; que, si aún no nos contagiamos de la locura del Amor de Jesús, que la locura de estos nuevos santos sean el impulso de renovación que hispano-américa y el mundo tanto necesitan.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Actuall, el jueves 18 de junio del 2020.