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Todo pasa

Todos tenemos maneras de enfrentar este difícil momento. La mía nace de experiencias más bien triviales y sencillas, pero aleccionadoras. Las expondré porque podrían servirle a más de alguien, así como hoy me sirven a mí.

Hace más de cinco años murió un presidente sempiterno del fútbol argentino que se llamaba Julio Grondona. Me acuerdo de su deceso porque en los diarios salió fotografiado un anillo de oro macizo que llevó siempre, el cual tenía grabadas dos palabras: «Todo Pasa«. Consideré que era una gran lección de vida. Pues, efectivamente, todo pasa. Lo bueno, como el Gobierno Militar, por ejemplo, lamentablemente pasa; pero también lo malo, como la UP, Piñera o el coronavirus, pasaron o pasarán. ¿Alguien puede discutir que esta pandemia pasará? Sólo se puede debatir el «cuándo«.

Pues no sabemos cuándo. Pero va a pasar. Reflexionando sobre eso me he acordado de dos cosas: una, un caballero boliviano que conocí hace medio siglo, en una gira por Alemania de un grupo latinoamericano, invitado por el gobierno de ese país. Se llamaba Humberto Palza Solís y ante cualquier avatar desagradable del viaje –en los viajes se soporta desagrados, pero la gente los olvida y después idealiza todo– nos decía: «Todo pudo ser mejor, pero también todo pudo ser peor«. Parece una obviedad, pero no conviene olvidar las cosas obvias, en lo cual muchos incurren: «las cosas por sabidas se callan y por calladas se olvidan«. 

Pues si no hubiéramos tenido coronavirus ¿nos habría ido mejor? Desde luego, si hubiera seguido la violencia del conato insurreccional de la izquierda nos habría ido peor, pues además de tener miedo, como hoy, habríamos sufrido destrucción y violencia. Ahora hay temor, pero no saqueos, incendios ni destrucción. Efectivamente, todo pudo ser peor. Pues recuérdese que no hay autoridad, no hay gobierno que garantice el orden. 

Lo otro de que me he acordado es del perjuicio económico. Hay pérdidas que son definitivas. Si se termina una empresa la pérdida es casi total y permanece. Pero la mayoría de las pérdidas son transitorias. Si uno no se precipita y «no hace la pérdida«, después recupera. En 2008 yo tenía un depósito de 700, no voy a decir qué, y con la crisis subprime empezó a reducirse y llegó a menos de 300. Y no hice nada, salvo pensar que si lo hubiera retirado antes habría tenido 700 y no menos de 300. Pero con los años volvió a subir a 700 y llegó a 800 cuando lo liquidé. Todo pasa. «No hay mal que dure cien años«… salvo la «Guerra de los 100 Años…«

Voces médicas autorizadas dicen que el contagio va a durar entre un año y medio y dos años. ¿Será tan malo eso? Se va a terminar el festival de plebiscitos y elecciones que se nos venía encima, lo cual va a ser muy saludable para el país. ¡Qué agrado era cuando había elecciones presidenciales cada ocho años y parlamentarias cada cuatro y nada más, sin las primarias, las de gobernadores, consejeros regionales, concejales, plebiscitos de entrada y salida y total incertidumbre constitucional! 

Un año y medio o dos de obligada reflexión, por ruinosos que sean, a nadie le van a hacer mal, sobre todo si la mayoría algo aprende en todo ese tiempo. Me quedo con Grondona y Palza Solís: «todo pasa» y si bien «todo pudo ser mejor, también todo pudo ser peor«.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Blogdehermogenes, el jueves 14 de mayo de 2020.