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Normalidad

Cada día se escucha más lo de volver a la normalidad de la vida. Más allá del Gobierno, hay personas o pequeños grupos en esta idea. La fuerza del tejido social radica, precisamente, en la multiplicidad de estas pequeñas decisiones que toman muchos y que le confieren la singularidad a cada día. Frente a esto cabe preguntarse si podemos comenzar a superar la actitud defensiva frente a la pandemia, qué nos traerá el panorama económico y qué es la normalidad en el Chile de hoy.

Frente a esta última, no es fácil definir lo normal para nuestro país. Bien sabemos que las protestas y el vandalismo quedaron latentes cuando la pandemia se impuso sobre los voluntarismos destructores. Marzo iba a ser un mes particularmente violento por la fuerza que habían adquirido los grupos definidos como “primera línea”, los que sobrepasaban la capacidad del Gobierno para contener el caos.

¿Hoy podremos volver a una normalidad de orden público, como lo era antes de octubre pasado? ¿O lo normal serán los actos de violencia que se entronizaron desde entonces? El terrorismo en La Araucanía recrudece, aunque las “primeras líneas” de las ciudades no se manifiestan. Y los parlamentarios continúan sin sintonía con el país.

¿Podremos comenzar a relajar la disciplina con que hemos enfrentado la pandemia? En algún momento habrá que empezar a hacerlo, pero es claro que cuando comencemos a relajarnos será muy difícil volver a ordenarnos frente a una nueva ola de contagios. No ha sido fácil enfrentar la situación excepcional que estamos viviendo.

Las clases online han requerido de un esfuerzo muy considerable de los profesores, debido a que implican nuevos métodos y la preparación sobre la marcha de nuevos materiales. Las familias no tienen suficientes computadores o simplemente no los tienen; tampoco es normal que dispongan en sus casas de espacios suficientes para varios niños y para sus padres también trabajando a distancia. La misma Administración Pública —las quejas han sido variadas— no ha mostrado una capacidad suficiente para implementar debidamente las decisiones que anuncian las autoridades políticas.

El horizonte de la economía solo presenta nubarrones. El problema es quiénes sobrevivirán y en qué condiciones quedarán. Cesantía y menores ingresos contra iguales compromisos no auguran nada bueno.

La idea de normalidad hoy en nuestro país es incierta por donde se la mire. No hay recetas. Solo la prudencia abrirá caminos para no arriesgar lo avanzado y abrir el porvenir.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio, el lunes 27 de abril de 2020.