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El caso Álvaro Paul

Los hechos

El profesor de la Facultad de Derecho de la P. Universidad Católica de Chile, Álvaro Paul, intenta hacer una clase por la plataforma habilitada por la Universidad.

Como está acostumbrado a interrogar a sus alumnos en las clases presenciales -y los califica con 7 ó 2 según la calidad de sus respuestas- intenta hacer lo mismo en su clase virtual. No lo logra. Cuando son interrogados, algunos alumnos afirman que han “abandonado” la clase para “ir al baño” o “que no tienen micrófono”.

El profesor Paul se molesta en vivo y en directo, delante de la clase. Sostiene que le importa un bledo, que los adultos bien podemos aguantar la hora y veinte minutos de docencia sin tener que ir al baño, que para eso habrá un recreo y anima a los que no puedan conectarse, a trabajar como meseros en Mac Donald, para conseguir los recursos necesarios para tener internet, y a pedir plata prestada a un primo o a un tío para comprar un micrófono.

Uno de los alumnos que “asiste” a la clase la está grabando -nada de objetable hay en ello- y como considera ofensivas las expresiones del profesor, hace circular por las redes el video de la clase. The Clinic toma la noticia, la difunde y…

Las reacciones

…Los comentarios comienzan a multiplicarse. Tanto en la página de The Clinic, como en Twitter y Facebook, como en el sitio “Estudiantes UC”, en el correo de Paul, las reacciones de agresividad contra el profesor alcanzan niveles de notable violencia verbal. Insultos, peticiones de sumario, comparación con otras situaciones…

Pero la cosa no se detiene ahí.

El Centro de Alumnos de Derecho UC -me habían dicho que era de centro derecha- sostiene que “no toleraremos comentarios como éstos” y emite una dura declaración en contra de Paul, afirmando que los dichos del profesor “llegan al nivel de ser humillantes para quienes los debieron recibir. Nuestra Universidad se declara católica en nombre y principios, y, sin embargo, hace mucho tiempo no se veía tal grado de falta de empatía y caridad por parte de un profesor. Por esa razón, nos hemos puesto en contacto con las autoridades de la Facultad para que se evalúen las medidas disciplinarias para el caso, además de solicitar que se flexibilicen los criterios académicos en esta cátedra y en todas las que estén en una situación similar, siempre en favor de los alumnos”. (el énfasis es mío).

Como se ve, no hay una palabra de crítica hacia los alumnos que burlan las condiciones de la docencia, ni al estudiante que vulneró todas las confianzas enviando el video, ni a los cientos de agresores verbales de Álvaro Paul por las redes, y sólo figura un genérico llamado a “que todos nosotros, alumnos y profesores (…) velemos por mantener el respeto y la empatía (…)”.

Por su parte, la FEUC frenteamplista afirmó que “declaraciones como estas son gravísimas y no se pueden dejar pasar. Es lamentable que un profesor no pueda tener una mínima muestra de empatía y sea incapaz de salir de su burbuja para tomar conciencia de la realidad económica de millones de chilen-s (sic), sobre todo en el contexto actual”. Además, la FEUC le mandó una carta a la Facultad de Derecho, pidiendo las disculpas públicas del profesor.

Y, como siempre, el rector Sánchez se sumó a la causa estudiantil sosteniendo que “lamentamos y rechazamos profundamente la forma en la cual fueron abordados por parte del profesor, las dificultades que algunos de nuestros estudiantes pudieran estar enfrentando como producto de la docencia a distancia…”. Por supuesto, en la declaración del rector, no hay ni una palabra de reproche al alumno que divulgó el video, ni tampoco crítica alguna a los restantes estudiantes que han denigrado al profesor.  Y, al terminar su declaración, agrega Sánchez que “el camino para resolver este tipo de situaciones en tiempos de tanta incertidumbre, es expresándonos con prudencia, en un sano diálogo, con respeto a nuestras diferencias, siendo fundamentalmente solidarios y empáticos”. De nuevo, ni siquiera una velada referencia al odio del que ha sido objeto el profesor Paul.

Las conclusiones

1. Cualquier cosa resulta hoy ofensiva para ciertos alumnos. Se ha instalado ya en la P. Universidad Católica de Chile la incultura de las supuestas microagresiones, magníficamente descrita por Lukianoff y Haidt, en Malcriando a los Jóvenes Estadounidenses. La debilidad moral y sicológica con que enfrentan sus vidas, hace que muchos estudiantes descarguen sus frustraciones y fracasos en supuestas agresiones de sus profesores. A eso se suma, como segunda razón, la creciente ideologización de segmentos importantes de esos mismos jóvenes, lo que los lleva a señalar como supuestos agresores a ciertos profesores a los que consideran sus enemigos políticos.

En este caso, ¿quién es el alumno que denuncia? Un joven de reconocida pertenencia como activista a la comunidad LGTB.  ¿Quiénes lo secundan? Cientos de estudiantes iconoclastas, militantes de todas las izquierdas, secularizadores y anticristianos. ¿Cuál es su lema? Vigilar a ciertos profesores y acosarlos.

2. Esos alumnos gozan de inmunidad. Yo lo viví en carne propia cuando fui agredido verbalmente por el alumno Luis Jara Hasbún en una clase del 2018, logré que pidiera disculpas al curso gracias la mediación del Ombuds, pero terminé siendo procesado y sancionado por la inicua acción de la secretaria general Marisol Peña Torres, cohonestada por el rector Sánchez.  ¿La razón? La FEUC me denunció por abuso de poder. A pesar de que probé 9 mentiras de los denunciantes con el audio de mi clase, el rector Sánchez, el decano Eduardo Valenzuela y la secretaria general Peña Torres no estaban dispuestos a absolver a un profesor gremialista denunciado por una FEUC frenteamplista.

3. Los profesores ya no pueden ejercer control alguno en sus aulas. La docencia se transformará en robóticas exposiciones o en banales explicaciones ideologizadas, porque a los profesores de izquierda nunca les pasará nada. La confianza de un profesor con un curso queda por completo vulnerada si alguno de los asistentes envía información hacia fuera de la sala, en concreto a los medios de comunicación. Yo también padecí esa situación cuando un alumno comunicó desde mi sala a The Clinic la información que yo daba sobre mi permanencia en la Universidad. A los 5 minutos era noticia en esa publicación.

El rector Sánchez, de modo evidente, se ha sumado a esta causa, porque nada de lo anterior se habría logrado instalar, si no fuese por su condescendencia. Inducido por la fuerte impresión que le causan uno que otro caso de abusos efectivamente comprobados, tiende a rendirse de antemano ante la mentalidad de victimización que comienza a imperar en los jóvenes. Su caso no es único: ciertas autoridades, con una frivolidad que se desliza hacia la injusticia, han ido tendiendo a la desprotección de académicos que están entregando su vida en las universidades, para favorecer así largos y humillantes procesos contra profesores que los dejan a ellos, sí a las autoridades, como paladines de la justicia, cuando en realidad en muchos casos sólo buscan mejorar su imagen ante directivas estudiantiles extremadamente agresivas.

4. Que se prepare el noble profesor Álvaro Paul. Ha pedido disculpas al curso, pero si un alumno lo denuncia, habrá sumario. Como terminé mi vínculo con la P. Universidad Católica de Chile en febrero de este año, tengo aún más libertad que antes para decir todo esto y, por supuesto, para ofrecerme para ayudarlo en todo lo que necesite. Si él estima que cometió un error, muy conveniente es su petición de perdón, pero es importante que sepa también que quienes lo agreden nunca se comportarán con su nobleza.