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Economía y coronavirus

La pandemia tiene un frente epidemiológico sobre el cual se dispone de abundantes datos en todas partes del mundo y en el cual Chile hasta ahora sale razonablemente parado, teniendo una de las tasas de letalidad menores del mundo. Pese a ello no podemos cantar victoria porque estamos recién entrando a la fase más crítica de contagios y por lo mismo nos iremos enterando estos días de más chilenos fallecidos, con el consiguiente temor de la población.

Esto hará aumentar las presiones, que ya existen, para tomar cada vez más medidas restrictivas. El problema es que el miedo hace que no evaluemos con suficiente serenidad los efectos que tienen cada una de estas medidas sobre la salud de las personas y sobre la economía. Por otro lado, está lleno de charlatanes proponiendo todo tipo de medidas sin fundamento alguno.

Lo que tenemos en la economía chilena hoy es un shock de oferta que está provocando una recesión. Habitualmente las recesiones se originan en shocks de demanda y las políticas económicas diseñadas para combatirlas, monetarias y fiscales, no necesariamente sirven para enfrentar una situación en que una fracción muy importante de las actividades productivas están paralizadas porque las restricciones hacen imposible llevarlas a cabo. Hoy tenemos más de dos millones de chilenos en cuarentena total y se calcula que al menos un tercio de la economía está completamente paralizada. 

Los efectos sobre los ingresos de las personas y empresas que esto ya está provocando, que se vienen a sumar al shock que algunas experimentaron desde el 18 de octubre, han hecho pensar a muchos que la ayuda desde el Estado que se ha dispuesto es insuficiente y debiera incrementarse. Como se sabe, el gobierno ha dispuesto 11.700 millones de dólares para apoyar a las personas. Ello incluye el bono Covid-19 de 50 mil pesos por carga familiar, promedio de 150.000 pesos por familia, que beneficiará a cerca de tres millones de personas; el proyecto de ley de protección a ingresos laborales que acaba de ser aprobado por el Congreso; el reforzamiento del presupuesto del Ministerio de Salud; un Fondo Solidario; la suspensión de PPM, postergación del pago del IVA e impuesto a la renta para PYMES; la postergación de contribuciones y pagos de deudas a Tesorería; la aceleración del pago a proveedores del Estado y la capitalización del Banco Estado para financiamiento a PYMES. Ha presentado también iniciativas para postergar el pago de cuentas de electricidad, agua y telecomunicaciones.

A su vez el Banco Central de Chile, además de dos rebajas a la tasa de instancia monetaria, ha incrementado los montos de compra de bonos al mercado, dando una clara señal de que va a cumplir su mandato de asegurar la liquidez al mercado financiero. La CMF también ha postergado algunos plazos y flexibilizado normas para permitir que los bancos e instituciones financieras sigan entregando crédito a las empresas. Es necesario que todo esto continúe, con cada vez mayor coordinación.

¿Es necesario, a estas alturas, incrementar la ayuda del Estado para pasar este período? Todo pareciera indicar que sí, especialmente si se siguen aumentando las medidas restrictivas, que podrían ser necesarias o no serlas, pero siempre habrá presión por imponerlas.

Entre políticos y periodistas hay una constante crítica al manejo de la pandemia, pese a las cifras indudablemente buenas que muestra el país en el manejo de la crisis. Siempre encuentran insuficientes las medidas de ayuda económica, y al mismo tiempo presionan para que haya más medidas restrictivas que empeorarán la economía y sin embargo son de dudosa utilidad para combatir el virus.

En ocasiones uno no sabe si es mala intención o simplemente tontera. Un ejemplo de ello lo da la FECH, cuando pide, simultáneamente: cuarentena nacional obligatoria; congelamiento de pagos de servicios básicos (que se siguen prestando); ley para evitar despidos por los próximos cuatro meses (pese a que las empresas no podrían operar con cuarentena total); no pago de aranceles en las Universidades (aunque se sigan realizando clases).

Es posible que el país requiera recursos adicionales desde el Estado para mantenerse en pie durante este período crítico que enfrentamos. Las personas de situación económica más desmedrada no pueden vivir sin ingresos (una cuarentena total es una condena a muerte para ellos), las PYMES empiezan a cerrar sus puertas con cada vez más frecuencia porque no venden un peso. Necesitan ayuda, en eso podemos concordar. No nos va a salir gratis, deterioraremos nuestros indicadores fiscales, aumentaremos la deuda pública, todo ello tendrá un costo en bienestar en el futuro.

Por ello, cabe esperar que las medidas sean lo más técnicas y pertinentes posible. Dado el festival de propuestas demagógicas  que proliferan entre políticos, comunicadores y oportunistas que se aprovechan del miedo, nuestro deber es denunciar a los irresponsables que están agravando la situación de los chilenos más necesitados con propuestas que no hacen sino deteriorar aún más las bases de nuestra economía, sin ningún beneficio probado a cambio; a los frívolos que agregan cada vez más peticiones a la lista y parecieran no comprender que todos deben pagar algún costo por esta crisis y pretender que se puede pasar incólume por ella es vender una falsa ilusión; a los contrabandistas que intentan imponer su ideología, que piden fijaciones de precios sin cerciorarse que habrá abastecimiento para la población a esos precios; a los que critican porque se arriendan recintos para salvar la vida de la gente, en fin, a todos aquellos que pretenden sacar pequeñas ventajas personales de esta crisis, en lugar de colaborar para que salgamos de ella.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero, el jueves 2 de abril de 2020.