- VivaChile.org - https://viva-chile.cl -

Proyecto ESI: su perversidad de fondo explicada brevemente

Durante la semana del 2 de marzo se dio una intensa discusión sobre el proyecto de ley de educación sexual integral presentado por varios diputados. Como algunos aspectos de esa discusión fueron tergiversados, y además se difundieron muchas falsedades y confusiones, conviene ahora revisar brevemente todos los aspectos del proyecto que resultan inaceptables en una república y por qué.

En primer lugar, mientras la Ley General de Educación en su artículo 3 ordena que en los establecimientos públicos de educación, por su carácter laico, se respeten las diversas religiones, en el proyecto de ley, en cambio, se entiende por “laicidad”, precisamente la exclusión de las visiones religiosas que no sean compatibles con lo que reconocidos filósofos políticos, como Eric Voegelin, calificarían con razón como una nueva religión estatal oficial, la ideología de género y el feminismo radical. En efecto, en el artículo 2, literal c, del proyecto refundido se establece el carácter laico de la educación sexual integral, y en los antecedentes del proyecto se dice claramente que esto significa que se excluirán “visiones valóricas sesgadas” (p.3 del proyecto), como las que puedan transmitir la familia y los colegios, si no se ajustan a la nueva religión oficial.

Es éste un cambio radical respecto de la Ley General de Educación. En efecto, según ésta, en los establecimientos públicos se debería dar cabida a las visiones religiosas de los padres (lo cual no se hace demasiado actualmente, y se excluirá con la ESI), mientras que el proyecto, en lugar de eso, impone la nueva religión oficial y solapada del Estado aun a los establecimientos privados. Y lo hace, por supuesto, por medio de la creación de un “derecho humano” ficticio con el que se pretende incumplir un principio constitucional esencial, vinculado a la protección de la familia, “el derecho preferente de los padres” a educar a sus hijos (artículo 19, ordinal 10º).

En efecto, el proyecto refundido en su artículo 4 (interpretado según su historia verídica a la luz de los antecedentes) prohíbe a los establecimientos públicos o privados apartarse no sólo de los contenidos mínimos, sino además, de “los lineamientos, objetivos, método, propuesta de gestión y material didáctico” (p. 8 del proyecto). Lo único que puede cambiar el colegio es la metodología. Pero, además, la metodología alternativa, según el proyecto, debe decidirse en una suerte de asamblea comunitaria al estilo de la Constitución Bolivariana o de las propuestas de Marta Harnecker, aun en los establecimientos privados. Y, para colmo, explícitamente se dice que cualquier propuesta debe estar libre de “sexismo”, y ya sabemos lo que entienden las feministas extremas con esa palabra. (Artículo 4, incisos 2 y 3). Por ejemplo, que el aborto es un derecho de la mujer y que es, por tanto, una acción buena y justa.

Varios diputados, y destacadamente la diputada Girardi, han comparado esta imposición de una nueva religión estatal con la imposición de contenidos mínimos en biología, como la evolución; o, según Bellolio, en geografía, como la redondez de la tierra. Según ellos, serían estos contenidos contrarios a la religión (la evolución excluiría supuestamente la creación) que, sin embargo, todos estamos de acuerdo en que deben incluirse por ser “científicos”. Estas comparaciones merecen tres comentarios, que son importantes, porque me parece que los proyectistas intentarán impulsar la aprobación de su proyecto con argumentos de este estilo.

1) Diputada Girardi: me asombra que usted a estas alturas no sepa que la evolución, como explicación del origen de las especies biológicas, no es incompatible con la creación. Si usted no quiere leer a los numerosos autores europeos y norteamericanos que han mostrado que la causalidad divina no es incompatible con una causalidad creada que actúe por la evolución, por lo menos debería conocer a los autores chilenos, sobre todo Juan Eduardo Carreño, Alejandro Serani y Rafael Vicuña. Diputado Bellolio: que la tierra es esférica no lo ha puesto nadie en duda en Grecia, Roma, la Cristiandad Latina y Occidente desde el siglo IV antes de Cristo. Sobre esto le aconsejo que lea, por lo menos, Fedón, De Coelo et Mundo, Aristarco, Hiparco, Ptlomeo, Maimónides, santo Tomás de Aquino, Buridán y Oresme.

2) La llamada “teoría de género” no es ciencia, sino una religión que no debe imponerse desde la autoridad pública para suprimir las otras religiones de establecimientos públicos ni privados.

3) Pero el tercer comentario tiene mayor importancia y constituye el segundo aspecto inaceptable de este proyecto. No toca al poder político definir qué es verdad en la ciencia o en las disciplinas éticas, filosóficas y teológicas. La tradición occidental lo ha dicho en el Concilio de Constanza en el siglo XV, y lo ha repetido Kant: Caesar non est supra grammaticos. No toca al Ejecutivo ni al Legislativo imponer qué teorías son o no ciencia. Por eso está por completo fuera de lugar que el proyecto refundido en su artículo 6 imponga a las universidades la obligación de crear una cátedra de educación sexual, y que además les imponga a las universidades la orientación de esa cátedra, ordenando que debe tener “enfoque de género”. Esto es totalmente inaceptable, y nos revela la hybris, el orgullo de la ideología que se encuentra detrás del proyecto. Como decía Aristóteles, que el político pretenda dar órdenes a la sabiduría es como si pretendiera gobernar sobre los dioses. La religión neo-marxista se ve a sí misma como un dogma que no puede ser puesto en duda por nadie y que, una vez que conquiste el poder, prohibirá toda discusión sobre sus fundamentos.

En Iberoamérica existe una antigua lucha entre el Ministerio de Educación (brazo del ejecutivo) y las universidades en lo que se refiere a la dirección de la educación y de la enseñanza de las asignaturas. Paulatinamente el Ministerio ha ido ganando esta batalla. Hemos llegado al extremo de que ahora, por medio de las acreditaciones, de la ley de educación superior, y de esta nueva ley, si llega a aprobarse este proyecto, el Ministerio ya no controla sólo la dirección de la educación escolar, sino que va a controla directamente las universidades. Es la muerte de la autonomía universitaria y, a la larga, de la libertad académica y de la verdadera libertad de pensamiento. Se está imponiendo el pensamiento único, igual que se hizo en Alemania entre 1933 y 1945, en la Unión Soviética, en China, en Cuba y no ha podido hacerse en Venezuela gracias al valor y el sacrificio heroico de los universitarios de ésa, mi Patria natal.

En tercer lugar, es evidente que este proyecto pretende hipersexualizar y confundir a los niños en la así llamada “identidad de género”. En los antecedentes del proyecto se dice, por ejemplo, que la sexualidad “se expresa durante toda la vida” (p. 5 del proyecto). Nunca se considera siquiera la posibilidad de que alguien viva castamente. A lo más que se llega es a esto: para prevenir el sida, ayuda “la disminución en el número de parejas sexuales”, pero se promueve el preservativo y todo tipo de anticonceptivos y se elogia el aborto (p. 5). También se dice que hay que impedir la reproducción de “estereotipos y modelos de relacionarse machistas” (p. 1). En el contexto del feminismo radical y de la ideología de género, eso significa que hay que eliminar la diferencia entre hombres y mujeres, como si fuera meramente “construida” culturalmente. Pero, aparte de los antecedentes, el articulado es claro para quien quiera entenderlo y no simplemente confundir a su audiencia.

En efecto, en el literal b del artículo 3 se dice que los colegios tienen que transmitir información “actualizada”. Por supuesto, la información se actualiza en las universidades. Pero las universidades deben enseñar la educación sexual “con perspectiva de género” (artículo 6). En el mismo artículo 3, literal e, se habla de la “expresión de género”. Además, en el artículo 2, literal h, se habla del “desarrollo pleno, libre y seguro de la sexualidad, la afectividad y el género”. Aquí no se pretende el desarrollo de la persona que, como enseñan los clásicos, se logra por medio de la virtud. Se trata de indoctrinar a los niños, a todos los niños, en la nueva religión estatal. No sólo por medio de la teoría, sino también por medio de prácticas que quedarán grabadas hondamente en las tiernas almas de los niños. Esto es el sueño de Wilhelm Reich hecho realidad. Este marxista quería acabar con la creencia en Dios, y pensaba que el camino era sexualizar a los niños. Es también el sueño de Herbert Marcuse: si logras cegar las fuentes mismas de la transmisión del cristianismo, lograrás erradicarlo finalmente. Dejaré, con todo, la explicación de las ficciones y los engaños de la teoría de género a uno de los mejores expertos en el tema, el doctor Pablo Muñoz Iturrieta, que me ha prometido un video corto sobre el tema.

Pero, además,  HYPERLINK «https://www.youtube.com/watch?v=emLv0-3WZVY&feature=youtu.be&fbclid=IwAR2R1Ew1YBHxVd5NdDdiSE12KZGjBMmKLJxOKrViRilFbZsanfTMSI9bCqA» Bellolio dejó esto claro en el fragmento de nuestro debate que ha publicado el mismo doctor Muñoz Iturrieta: actualmente ya la burocracia ministerial promueve la doctrina de la identidad de género. Pueden imaginarse cómo será esto cuando tengan apoyo en esta ley, si llega a aprobarse el proyecto.

Voy a hacer una consideración final:

Quiero que reflexionen todos los parlamentarios. Se nos ha querido imponer la educación sexual obligatoria con una excusa sanitaria. En realidad, hay cosas más importantes que la salud. El desarrollo integral de la persona no se consigue sin la virtud. Y, como ha mostrado Platón en el libro VIII de sus Leyes, una de las virtudes más importantes es la que nos da el señorío sobre los placeres venéreos: quien consigue ese señorío es feliz, y quien no, todo lo contrario, dice Platón. Pero, aparte de esto, los antecedentes del propio proyecto de ley que se discute ahora nos muestran que la solución buscada al problema sanitario con la educación sexual integral y la diseminación de métodos anticonceptivos, aparte de destruir la moral de los jóvenes y de incumplir el mandato constitucional de proteger la familia, no ha hecho sino agravar el problema sanitario mismo. En efecto, desde el año en que entró en vigencia la ley 20.418 que establece la educación sexual obligatoria, el 2010, la epidemia de sida no ha hecho sino crecer, y de manera exponencial (ver proyecto, p. 1). El desorden sólo trae mayor desorden, y la búsqueda de soluciones técnicas a problemas morales, acompañada de la claudicación moral no es una política “científica” y “neutra”, es sencillamente eso, claudicación moral y la adopción de la ideología progresista. Es también entregar a los niños y jóvenes a organizaciones que se dedican a la corrupción de los niños y jóvenes, al asesinato de los no-nacidos, a la venta de sus órganos, como Planned Parenthood International. El fracaso de esa ideología no se va a solucionar abrazando una ideología todavía más irracional y más apartada de todo orden de virtud, la ideología de género. Los frutos de este proyecto, si se aprobara, serían sencillamente la total destrucción de la infancia de nuestros niños, la muerte de la civilización occidental en Chile. Seguramente eso es lo buscan los ideólogos, ¿pero no podrán los parlamentarios comprender que eso es una locura? Destruir toda una civilización para complacer a un lobby marginal es un suicidio de dimensiones nacionales.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su blog  El Abejorro, el domingo 7 de marzo de 2020.