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La “guerra” del presidente

El presidente Sebastián Piñera, hace una semana, señaló que el país estaba en guerra. Es probable que haya hablado en sentido figurado. Por ejemplo, otros presidentes han dicho estar en guerra contra la cesantía o la inflación y a nadie le pareció inadecuado. Ahora, la situación era distinta ya que la crispación era mayor y los alcances de mencionar la palabra “guerra” en estas circunstancias se iba a prestar de todas maneras para recibir todo tipo de críticas, e incluso, transformar su anuncio en slogan de quienes se le oponen.

A partir de los levantamientos de mayo de 1968 en Francia, se produjeron una serie de consecuencias culturales en el mundo occidental, que fueron punto de inicio de mucho de lo que vemos hoy. Varios procesos fueron madurando en el camino donde las palabras tomaron otros contenidos y alcances interpretativos que hoy culminan con el lenguaje inclusivo.

Es probable que el presidente no haya pensado mayormente cuando acudió a la palabra guerra en un discurso improvisado. Es probable, que, por lo mismo, tampoco se hiciera asesorar antes del discurso o que nadie le advirtió los efectos de usarla. 

Veamos qué debió saber el primer mandatario o qué le debieron decir sus asesores.

1. En la actualidad, hay varios rasgos sociológicos que impactan en lo militar y que es preciso conocer. Estos son mayor pluralismo, heterogeneidad, fragmentación, permeabilidad, deconstrucción y ambigüedad en lo castrense Esto último, determinando el lenguaje castrense substancialmente para hacerlo más adaptable y aceptable en un mundo que se juega y proclama la paz y los derechos humanos.

2. En los años 30 en Chile se resolvió cambiarle el nombre al Ministerio de Guerra por Ministerio de Defensa. Esta medida fue para no aparecer con una postura agresiva ante los países vecinos.

3. El libro de la defensa (1997) asumió a la disuasión como metodología político estratégica y evitó el término guerra. Los libros posteriores han ido en la misma línea. 

4. Hoy las guerras no se declaran para evitar enredarse, justamente, en su legitimación y fundamento conceptual. 

5. A las guerras o enfrentamientos armados de hoy, se les llama operaciones de mantenimiento de la paz, estabilización, operaciones complejas y un sin número de nombres de fantasía. Muchos soldados mueren en esas operaciones, pero en teoría nunca lo hicieron en una guerra. Esto puede ser muy hipócrita, pero la historia de la humanidad está desgraciadamente plagada de hipocresías.

6. Ni Trump, ni Putin, ni el chino ni el norcoreano hablan de guerra. Se amenazan con “misilazos” pero no hablan de guerra. 

El general Iturriaga, oficial de estado mayor y de vasta trayectoria, sabe todo esto y, por supuesto, “salió jugando” hábilmente sin contrariar expresamente al presidente. Su actitud, le ha significado el aplauso de muchos, lo que confirma el error del mandatario.

Todo era tan simple. Un asesor que le hubiese ilustrado al presidente de esto o tal vez, que le sugiriera que en vez de “guerra” hablara de conflicto. Las formas son muy importantes en el discurso político. Asimismo, aclarar que no estaba en conflicto con la población, sino que, contra ciertos vándalos, que serían agentes foráneos infiltrados en el país. Al menos, eso dicen varias informaciones y hasta unas palabras de Diosdado Cabello lo dejan entrever. No obstante, también hay que dejar espacio a la duda de que estas amenazas de “brisa bolivariana” podrían ser una ficción del chavismo moribundo. Ese será trabajo de la inteligencia chilena.

Creemos que la única guerra que tiene que dar el presidente es contra su estilo.  Se dice que es inteligente y que domina los temas (requisito que por lo demás debiera ser fundamental para un mandatario) pero, al parecer, no los domina todos como se vio en esta oportunidad. Se añade, que el ejercer la presidencia por segunda vez le da una confianza que suele ser traicionera. La anécdota del tan reiterado papelito de los mineros, el chiste de los hombres arriba y las mujeres abajo o el uso de palabras inadecuadas le pasan la cuenta con frecuencia. 

Lo peor de esto, es que se va haciendo un mal ambiente en la ciudadanía que quedó en evidencia en la marcha del otro día donde hubo un solo tema transversal, el rechazo al presidente, lo que resulta muy injusto porque no es el responsable de todas las carencias y demandas del pueblo de Chile, que vienen acumulándose desde hace muchos años.

Finalmente, habría que recordarle al presidente Sebastián Piñera la frase de Séneca “Imperare sibi maximun imperium est” (el gobierno más difícil es el gobierno de sí mismo).