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Cubillos, al contraataque

Terminado en fracaso el ataque con artillería pesada dirigido contra la Ministra de Educación, Marcela Cubillos, se abre para esa cartera una nueva oportunidad de devolver a las tareas educativas su más noble sentido.

Ya ha venido concretando la Ministra una serie de iniciativas positivas en la materia, con el valioso apoyo de su subsecretario Raúl Figueroa. Pero, llega ahora, el momento del contraataque donde más le duele a las izquierdas, donde mejor le hace a Chile (que es la misma cosa): en el reforzamiento de unos pocos aspectos decisivos para la salud educacional de los chilenos.

En primer lugar, la necesidad de insistir con toda fuerza en que educar es formar personas, enseñarles las virtudes, mostrarles cómo se combaten los vicios y, apoyándose en todo eso, dotarlos de conocimientos específicos. Marcela Cubillos entiende muy bien esta capital dimensión de la tarea educativa, porque trabajó un buen tiempo en el archivo de Jaime Guzmán y ahí encontró ese notable “formar y transformar personas” que el asesinado senador se propuso como objetivo para su vida, siendo aún muy joven. Es el dichoso “relato” educacional que tanto nos hace falta.

A continuación, los profesores. La propia presencia de dos abogados a cargo de Educación nos habla a las claras del renovado valor que se le puede dar a la presencia de profesionales de todas las disciplinas en liceos y colegios. Capacitarse bien es un requisito menor al lado del entusiasmo y bagaje humano que pueden aportar arquitectos, médicos, enfermeras, abogados, ingenieros, agrónomos y demás profesionales en la vida escolar.

Y los padres. Si algunos izquierdistas (casi todos) pensaron que la Ministra había faltado a sus deberes comunicándose con los padres y apoderados, ésa es señal clara de que hay que seguir por ahí mismo: implicarlos al máximo, ofrecer subsidios para las escuelas de padres anexas a los colegios, en fin, reforzar la vida familiar como requisito número uno de una buena educación. 

No olvidemos los textos, eso sí. Los hay muy notables circulando por ahí y otros que son bazofia pura, especialmente en Humanidades. ¿No podría existir para los Premios Nacionales de ciertas disciplinas -una carga anexa al honor-  la obligación de participar en comisiones revisoras, adecuadamente remuneradas?

Y, por supuesto, quién dice textos, dice programas. ¡El retorno a la importancia de los clásicos! En todos los colegios en que dentro de los programas está contemplado el trabajo con las fuentes imperecederas del conocimiento, los alumnos gozan, se humanizan. Donde prima lo efímero, ya se sabe, termina imponiéndose el tedio. Y este es el cambio climático que más daño hace a los jóvenes, porque los deja a la intemperie.

Desde su renovada posición de fortaleza, la Ministra tiene la palabras, las muchas palabras.