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Más sobre el mal menor

Nunca he entendido bien el argumento de los que dicen que en estas elecciones no se debe votar nulo. No quiero hablar aquí de por qué se debe votar nulo, porque eso ya ha sido ampliamente expuesto en columnas anteriores. Sino que me limitaré a comentar el argumento según el cual al momento de votar no se debe pensar en el candidato ni en la campaña, sino en el equipo con el que se gobernará.

No hay problema, dicen, en votar por tal candidato, porque si bien en su campaña dice que aprobará la distribución de la píldora y la regulación de la unión de parejas del mismo sexo, pero su equipo no se lo permitirá una vez que esté gobernando. ¿Es que acaso los candidatos hacen su campaña con un equipo y luego gobiernan con otro o hacen su campaña sin preguntarle a nadie? Si un candidato se atreve a ofrecer o prometer algo en su campaña, es lícito pensar que lo hace habiendo consultado a su equipo. De no ser así, se podría pensar que el candidato está mintiendo, porque está prometiendo algo que no sabe si su equipo se lo permitirá cumplir. Por consiguiente, y la falta de confianza aparece como un argumento bastante fuerte para abstenernos de darle nuestro voto. En todo caso, con este argumento se le está haciendo un flaco favor al candidato.

Es que efectivamente, dicen otros, uno es el equipo de campaña y otro el equipo con el que gobernará. Si el anterior argumento le hacía un flaco favor al presidenciable, éste lo hace a su equipo. ¿Qué clase de equipo de gobierno será ese que no asesora al candidato durante su campaña, para que éste presente un proyecto que se adecúe a lo que ellos también han pensado? Si un candidato muestra estas iniciativas dentro de su campaña, parece que no lo hace en virtud de una decisión solitaria, sino que es más acertado suponer que lo hace de acuerdo con otras personas que también lo apoyarán en su gobierno.

De esta manera, pienso que no es válida la defensa del mal menor apoyándose en el equipo y no en el presidenciable por dos motivos. Primero, porque según lo dicho más arriba, no es tarea fácil distinguir entre lo que es del candidato y lo que es de su equipo, pensando sobre todo que en general un candidato no trabaja sólo. En segundo lugar, porque, como consecuencia del primer motivo, es razonable pensar que dentro del equipo del candidato las aguas estén divididas, es decir, que algunos apoyen estas iniciativas y otros no; en este sentido cabe preguntarse ¿los que están en contra de estas iniciativas podrán sobreponerse a los que están a favor?

Con todo el argumento no termina ahí, algunos junto con las elecciones presidenciales piensan en las elecciones parlamentarias. Pero, argumentan éstos, hay que pensar en el número de personas que habrá en el parlamento que le impedirán tomar esas decisiones; por tanto, al votar por él hay que asegurarse al mismo tiempo de votar por un senador y un diputado que estén en contra de esas iniciativas. Sin embargo, eso no soluciona el conflicto: independiente de que el parlamento llegue o no a aprobar dichos proyectos del candidato, votar por él sigue siendo poner los medios para que llegue a ser presidente y además es hacerse partícipe de su programa de gobierno. Además, votar por dicho candidato pensando en los parlamentarios es tan solo una apuesta: suponiendo que la mayoría de los parlamentarios serán contrarios a la distribución de la píldora del día después y a la regulación de las uniones de las parejas del mismo sexo, entonces podemos votar por este candidato. Aún así, siempre cabe la posibilidad que dichos parlamentarios no sean mayoría; es decir, esta apuesta puede ser un tanto arriesgada.

Martín Cuevas V.