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Feriado evangélico: las razones de un no

Honorables parlamentarios:

Mediante el presente texto queremos hacer presentes los argumentos por los que también en el mundo evangélico es hoy creciente el rechazo al proyecto de un feriado evangélico. La idea de que Chile tenga un feriado evangélico es algo que en su primera fase de discusión suscitó significativo apoyo. Hoy, en cambio, ya hay dudas dentro de las iglesias evangélicas y entre parlamentarios que aprobaron la idea. En tal contexto esperamos que a la hora de dar su voto puedan tener presentes los siguientes elementos a considerar.

En primer lugar, falsedades de facto que han sido presentadas como argumentos en favor del feriado. El informe que presentó al parlamento la comisión de la cultura y de las artes respecto del proyecto refiere como fundamento una opinión del obispo Emiliano Soto, según el cual los evangélicos chilenos se verían sin este feriado injustamente impedidos de celebrar esta fecha –el 31 de octubre-, debiendo postergar su celebración para otro día. Esto es una opinión infundada: la cantidad de evangélicos que celebra dicha fecha es extremadamente minoritaria –por decir lo menos-, y de haber alguna celebración el 31 de octubre, ésta jamás ha tenido lugar en horario laboral, en Chile ni en ninguna otra parte. No estamos ante una fiesta que de hecho se celebre y que ahora requiera un apoyo legal, sino ante algo que se pretende recién crear mediante la ley.

La experiencia previa de Chile en ese sentido, y la naturaleza de lo que son las fiestas, debe ser considerada. Los feriados que se mantienen en el tiempo son aquellos que no han nacido por mera deliberación legislativa, sino por una fiesta realmente existente en el pueblo. El 7 de septiembre como día de la unidad nacional es un ejemplo elocuente de artificio legislativo que no duró ni siquiera una década. Lo mismo ocurre con algunos feriados religiosos: Chile tuvo por algunos años un feriado de Corpus Christi, pero como la Iglesia Católica no lo celebraba, ya no existe. Subsisten en cambio los feriados donde hay verdadera celebración. Un feriado evangélico sería hoy un artificio similar al del día de la unidad nacional: nadie estaría pensando en homenajear a los evangélicos durante tal día, ni los evangélicos tenemos celebración alguna con gran arraigo como para requerir un feriado. Sería simplemente un gesto, pero el mundo político se vería muy pronto ante la necesidad de revocar tal gesto por insustancial. Dicha revocación sería para el mundo evangélico un desaire mayor que el rechazar dicho proyecto desde ya.

De modo paralelo a la idea de una fiesta se ha argumentado en términos de un homenaje. Así el diputado Eduardo Díaz se ha preguntado por qué no “establecer un feriado que convoque a toda la nación, para homenajear a la Iglesia Evangélica”. Reconociendo la nobleza con que el diputado Díaz propone esto, queremos llamar la atención sobre el hecho de que hay muchas maneras distintas de realizar un homenaje. Y sería insólito homenajear al mundo evangélico, cuya ética muchas veces ha sido resumida como una ética del trabajo, mediante un feriado. Es imposible dejar de citar aquí a Lutero: “Harían mejor si en honor de un santo hiciesen de un día feriado un día laboral”. Precisamente esa ética queda negada por un feriado de esta naturaleza. Por ello este feriado no existe, como señalamos, en países protestantes, salvo por unas pocas regiones de Alemania. Y sería curioso que nuestro país, con la mirada tan fuertemente dirigida al extranjero en otros temas de discusión parlamentaria, haga caso omiso de este dato.

Por otra parte, diversas instancias han señalado que el rechazo de este proyecto constituiría un desaire para las iglesias evangélicas. Esto merece ciertas observaciones. En primer lugar, porque la iniciativa no ha nacido de la mayoría de las iglesias evangélicas, las que tampoco se verían por tanto en sentido alguno defraudadas. Pero, y este segundo punto es más relevante, porque tal rechazo podría ir acompañado de gestos que mostrarían de modo claro que no se trata de un desaire. Se está dando inicio a la discusión sobre cómo dar adecuado reconocimiento legal a la educación teológica dada por diversas instituciones evangélicas. Si, junto al rechazo del proyecto de feriado, el parlamento se esfuerza por llenar este vacío de nuestra legislación del mejor modo posible, se dará una clara señal de que, lejos de estar ante un desaire, estaríamos ante una muy seria preocupación por las iglesias evangélicas, apoyando precisamente el buen trabajo que hacen, en lugar de distraerlas con un superficial feriado.

No entraremos aquí en consideraciones que son de sobra conocidas, como el hecho de que se abren dudas respecto de qué hacer con otros feriados, o el hecho de que muchos otros grupos –no sólo grupos religiosos- podrían hacer reclamos en sentido similar. Sí queremos, en cambio, comentar el lamentable hecho de que líderes evangélicos hayan llevado este tema al extremo del chantaje electoral, señalando que el mundo evangélico no votaría por quienes rechacen este proyecto. Pedimos perdón por dichas palabras, que nos avergüenzan profundamente, y nos despedimos esperando que los argumentos aquí presentados sean motivo para que reconsideren su voto sin ningún tipo de presión más que la de los argumentos de personas preocupadas por Chile y por las iglesias evangélicas.

Francisco Bustos
Gonzalo Guerrero
Manfred Svensson
Instituto de Estudios Evangélicos

Nota: Este carta fue enviada a los parlamentarios por el Instituto de Estudios Evangélicos.