Frustración

Adolfo Ibáñez SM. | Sección: Política

Los planteamientos políticos izquierdistas, o con sesgo de tales, siempre recalcan acontecimientos que demolerían las esperanzas populares. Se los presenta frustrando a las fuerzas que deberían impulsar su redención. Así, en la historia de la humanidad los pueblos no han podido encontrarse con el destino a que están llamados y al que sus conductores los llevarían.

Esos postulados señalan un responsable: el capitalismo. Este es la gran maldición: aplasta a los pueblos y levanta a las élites que, curiosamente, siempre son los ricos y poderosos: los que han torcido la historia para beneficiarse del esfuerzo del pueblo siempre esquilmado y explotado.

El capitalismo deviene así no en el partero del progreso, sino en su abortero. La adopción del capitalismo se traduce en que el pueblo haya sido expulsado del paraíso, que queda como recinto exclusivo para las perversas élites ricas y poderosas. De este modo, la historia de la humanidad adquiere un carácter fatal y simplista: siempre las esperanzas del pueblo se frustran, y siempre los capitalistas ganan: no hay dinamismo ni matices en esas visiones de la historia; solo fatalismo, frente al cual los grandes cataclismos sociales son los únicos que pueden devolver al pueblo su rumbo benéfico.

Por esto los planteamientos redentores tienen un primer momento de destrucción del capitalismo. El problema sobreviene cuando hay que pasar al segundo momento: la construcción de un orden nuevo. Llegado ese instante se desnuda el verdadero conflicto: los discurseadores incendiarios son buenos para eso, pero no para construir: sus ideas son bellas, pero no logran cuadrar una parte con la otra, y tampoco son buenos albañiles porque son hablantines, lo que sume a los pueblos en la ruina.

En la discusión actual, y en medio del fragor electorero, destacan voces imaginativas e incendiarias. Son particularmente gratas a un número importante de electores para quienes los razonamientos “razonables” nada significan, porque en su mundo la razón matemática occidental no tiene valor: privilegian lo colorido, chispeante, inmediato (mientras no les apriete el bolsillo). El problema en las elecciones de este año radica en que se carece de un vocabulario y un tono adecuados para ganar su corazón y lograr una representación y una institucionalidad posible, evitando la gran frustración que significaría que las fuerzas de la demolición ganen a las de la construcción, como se ha visto en el caso del ahorro previsional.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio, el lunes 26 de abril del 2021.