Corrompiendo menores
Max Silva Abbott | Sección: Educación, Familia, Política, Sociedad
Escandaloso (polémico es poco) es el ya famoso libro “100 preguntas sobre sexualidad adolescente”, elaborado bajo los auspicios de la Municipalidad de Santiago. Se advierte al lector que se dirán algunas cosas fuertes en esta columna, así que puede no seguir leyendo.
Hay que decirlo muy claro: con el pretexto de “informar” sobre diversas dudas acerca de la sexualidad, en el fondo este “manual” pretende corromper a los menores que tengan la desgracia de toparse con él. Y digo corromper, porque el texto adscribe claramente a la ideología de género, que concibe la sexualidad como algo completamente plástico y subjetivo, donde todo vale. Por tanto, lejos de contestar inquietudes (de manera bastante incompleta y unilateral, dicho sea de paso, al dejar fuera, entre otras cosas, la afectividad y el amor), el libro está incitando a probarlo todo, colocando posibilidades insospechadas ante jóvenes en plena formación de su personalidad. Obviamente estas posibilidades hoy son asequibles vía internet, pero aquí claramente se está facilitando enormemente el camino.
Además, trata a los adolescentes casi como si fueran animales, que no pueden controlarse y que son pura pulsión sexual. Y como todo vale, cualquier cosa que la imaginación conciba es “enseñada” por este libro, siendo el parámetro rector (y mil perdones por lo que voy a decir) cualquier parte del cuerpo que pueda ser objeto de penetración. Todo vale, todo está al mismo nivel, la cosa es “pasarlo bien”. Desde esta perspectiva (y otra vez pido perdón), hay que dar gracias por tener los oídos pequeños, pues en caso contrario, seguramente se hablaría de las bondades del “sexo auditivo”. Por iguales motivos, tal vez lo único que le faltó fue un capítulo dedicado a la zoofilia.
Además, se supone que para el actual gobierno son malos o nocivos (¿realmente lo son?) el embarazo adolescente, las enfermedades de transmisión sexual, el aborto y los variados delitos de connotación sexual; y con un poco de buena voluntad, también las separaciones de las parejas (no hablemos de divorcios, pues es pedir demasiado para esta visión) y la delicada situación en que quedan los hijos.
Ahora bien, a la luz del librito en comento: ¿contribuye el mismo a evitar o al menos a disminuir estos y otros problemas de nuestras actuales sociedades? Claramente no, pues al incitar tan precozmente a probar todo tipo de experiencias sexuales, por simple lógica, todos estos problemas aumentarán.
Sin embargo, al menos el libro tiene una virtud: mostrar muy claramente las intenciones de sus promotores y su verdadera concepción del hombre y la sociedad. Es, pues, momento de despertar.




