Educar con lógica

Pilar Guembe y Carlos Goñi | Sección: Educación, Familia, Sociedad

#09-foto-1Decía el filósofo alemán Immanuel Kant que pretender pensar sin someterse a los principios de la lógica era como si una paloma pretendiera volar sin contar con la resistencia del aire. La necia paloma de Kant creía que de esa forma lo haría con mayor libertad; sin embargo, estaba muy equivocada, pues en el vacío no se puede volar: hace falta que las alas encuentren la oposición del aire para poder alzar el vuelo.

En la educación de los hijos ocurre lo mismo: no podemos educarlos sin respetar unas normas básicas, sin seguir unos criterios coherentes, sin sostener algunas premisas mayores y menores. No obstante, aunque parezca mentira, muchas veces no actuamos con lógica, sino que pensamos, como la necia paloma de Kant, que las normas, los criterios y las premisas nos atan las alas.

En general, en nuestro obrar cotidiano solemos atentar contra los cuatro principios más universales de la lógica, que son:

  • Principio de “no contradicción” (“Es imposible ser y no ser”). Nos ocurre que conculcamos este primer principio siempre que decimos una cosa y hacemos la contraria, siempre que acabamos aceptando lo que no queremos, siempre que nuestro ejemplo entra en contradicción con nuestras palabras.
  • Principio de “identidad” (“El ser es y el no ser no es”). Logramos infringir este principio cada vez que decimos “no” con tan poca convicción que resulta un “”, cada vez que no cumplimos lo que prometemos, cada vez que no aceptamos la realidad de nuestros hijos.
  • Principio de “tercero excluido” (“Entre el ser y el no ser no cabe un tercero”). No obstante, lo hacemos caber toda vez que usamos la ambigüedad, esa lógica borrosa que confunde a nuestros hijos. Ellos necesitan que tengamos criterios claros (y los mantengamos), que los padres vayamos a una y que dejemos de intercalar “talveces”, equívocos, evasiones.
  • Principio de “causalidad” (“Todo efecto tiene una causa”) y de “razón suficiente” (“Nada es sin una razón suficiente”). Transgredimos este principio cuando no buscamos las causas de los conflictos o las razones que llevan a nuestros hijos a actuar de una determinada manera: todo mal comportamiento (una pelea, una contestación fuera de tono, una mentira…) tiene una causa; toda actitud negativa (la apatía, el desorden, la agresividad…) tiene una razón suficiente. No podemos educar a nuestros hijos sin llegar al fondo de cada situación.

Educar con lógica pasa por no caer en contradicción, aceptar la realidad, tener criterios firmes y conocer verdaderamente a nuestros hijos. Son principios evidentes que, como el movimiento, se demuestran andando.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por los autores en su blog Familia actual, https://blogs.aceprensa.com/familiaactual/.