¡Mal, muy mal!
Álvaro Pezoa Bissières | Sección: Política, Sociedad
En enero pasado este mismo espacio llevaba por título “Balance rojo”, en directa alusión a lo que había acontecido en el país durante 2015. Más todavía, se señalaba que más allá de los buenos deseos no se atisbaban argumentos racionales para considerar que lo peor ya había pasado. Que más bien parecía ser todo lo contrario, debido a un hecho simple en lo esencial: la permanencia de los mismos liderazgos y del mismo Gobierno. Los tres meses corridos de 2016 no hacen sino corroborar el mal presagio.
El Gobierno actual ha dado pruebas fehacientes de ser francamente malo y pone empeño en la tarea de ratificar esa condición con toda la frecuencia de que es capaz. Ha comenzado el año empujando con todas sus fuerzas las iniciativas que tenía pendientes de sanción legislativa. Entre ellas, una Reforma Laboral regresiva, con claro tono sindicalista, llena de ingredientes añadidos a última hora para hacerla viable en el Congreso y hecha en base a esencia de lucha de clases. Por diversos motivos, ésta ya no conforma a nadie, pero se busca su promulgación a toda costa, y costo. Con la ratificación de esta reforma se estaría terminando la “obra gruesa” del Gobierno de la Nueva Mayoría, en el decir del ministro secretario general de la Presidencia. No obstante lo cual se sigue impulsando desde La Moneda una reforma constitucional que, por su naturaleza y alcance, puede llegar a ser aun más perniciosa que las anteriores (tributaria, educacional y laboral), más todavía por lo incierto que resulta su proceso y qué decir, su eventual contenido. Y, entremedio, se ha avanzado en lograr la aprobación por la Cámara de Diputados de una ley de aborto bajo tres causales, dejando entrever claramente una concepción de la vida humana desprovista de su dignidad fundamental. Al respecto, han sido muy ilustrativas las palabras del senador Girardi (PPD), que ha puesto de manifiesto que se piensa en la Nueva Mayoría del ser de un bebé recientemente fecundado: se trataría nada más que de una “mezcla de ADN y proteínas”. Con esa argumentación de fondo no resulta nada paranoico suponer que en poco tiempo más esa coalición política propondrá a la nación un proyecto de ley de aborto libre, es decir, de asesinato masivo legalizado.
La marcha de la economía chilena a estas alturas es, con suerte, un caminar paso a paso. Los ajustes de expectativas han sido rápidos y siempre a la baja. Por estos días nadie serio, ni siquiera el ministro de Hacienda, se atreve a afirmar que ella crecerá mucho más que 1%, esto es, casi nada. Al tiempo que la inflación sigue mostrando una tendencia a permanecer alta y el déficit fiscal es desmesurado. Tanto el recorte del gasto fiscal como las medidas reactivadoras de la economía recientemente anunciadas por el ministro de Hacienda podrían haber sido noticias alentadoras de cierta esperanza de cambio positivo, si no fuera porque también cualquier analista serio sabe que son insuficientes el primero y más bien para la “galería” las segundas.
Por su parte, las excusas provenientes de la complejidad que enfrenta la economía internacional ya no sirven para ocultar una realidad obvia, que las malas reformas y políticas públicas llevadas a cabo por el Gobierno han generado altos grados de incertidumbre y desconfianza en los agentes económicos, con su secuela de salida de capitales, congelamiento de proyectos de inversión y contracción en los ritmos de contratación.
Los escándalos por corrupción que han salido a la luz pública y tocan a todo el espectro político, a la vez que a un sector del empresariado, no han hecho sino agravar el cuadro político-social del país. De un lado, han incrementado la desconfianza de la ciudadanía en sus liderazgos y, por otro, han reducido dramáticamente el ascendiente moral de los mismos.
Desafortunadamente para el Gobierno el destape de casos de corruptelas que comenzó dañando fuertemente a fuerzas políticas de oposición, en particular a la UDI, derivó rápidamente hacia personeros de la coalición en el poder. El denominado “caso Caval”, que asestó una herida mortal a la Nueva Mayoría y a la Presidenta, promete, al menos a juzgar por las novedades conocidas las últimas semanas, seguir siendo una espada enterrada en el corazón de ambas, con el inevitable desangramiento que ello trae aparejado. El affaire Soquimich pareciera seguir un derrotero similar. Los meses por venir dirán en qué medida.
El panorama negativo por el que transita la patria, se ve agudizado por la ausencia hasta ahora de una oposición política efectiva, por la debilidad de ánimo y la falta de ideas que ha evidenciado la derecha política, por la “borrachera ideológica” que muy desde arriba nutre a la coalición gobernante, por la ausencia de diálogo real entre las distintas visiones de la sociedad, y por la tendencia casi patológica que afecta a tantos líderes connacionales que los conduce a ser “políticamente correctos” y a no decir las verdades por su nombre y enfrentarlas como son.
¡Mal, muy mal! Chile necesita con urgencia nuevos líderes y nuevas ideas. Y un próximo Gobierno y Parlamento sensatos que encaminen al país con prudencia hacia la consecución del bien común político. Ha llegado para muchos la hora de trabajar directamente por el futuro de la patria.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Pulso, www.pulso.cl.




