La voz de los rectores

Manfred Svensson | Sección: Educación, Política, Sociedad

#02-foto-1Escribo solo unas líneas –exultantes de alegría– por la columna publicada por los rectores Sánchez, Zolezzi y Peña en El Mercurio de este lunes. ¿La razón de mi alegría? En primer lugar, porque rectores sacan la voz para sostener tesis sustantivas. El contraste con lo que veíamos un año atrás apenas puede ser más fuerte. Era el momento en que teníamos un par de rectores en prisión preventiva por sobornos a la CNA. Tal vez soy demasiado idealista en mi concepción de lo que debe ser un rector, pero que los poseedores de tal investidura estuvieran en prisión francamente me parece una de las señales más fuertes de degradación de la república.

Pero el problema es que los otros, muchos de los rectores que no estaban en prisión, también podían a su modo actuar como representantes de carteles: como defensores de los respectivos intereses de las universidades estatales, privadas, tradicionales, y privadas “no tradicionales” (por si alguien todavía es capaz de encontrarle algún sentido a esta distinción); y defender intereses privados es precisamente lo opuesto de la deliberación pública a la que adecuadamente remite el título de la columna de los mencionados rectores en la columna de esta semana. Para ser franco, cuesta mucho entender que recién dos años después del comienzo de la crisis universitaria los rectores articulen de modo público propuestas como éstas. Pero el momento llegó, y hay que estar agradecido por una columna que al menos yo aceptaría gustoso como Magna Carta para nuestra educación superior.

¿Sus tesis? Muy sencillas:

–       Dejar firmemente asentada una concepción de lo público que no lo identifique con lo estatal.

–       No obstante, dar trato preferente a las universidades estatales.

–       Pedir pluralismo al sistema completo, pero no a cada universidad individualmente considerada: “que la diversidad de orientaciones debe estar presente en la totalidad del sistema, pero no necesariamente en cada una de sus instituciones”.

Lea a los rectores si quiere ver los argumentos que apoyan cada tesis. ¿Pero se imagina usted al rector Zolezzi afirmando por sí solo la primera de estas tesis? ¿Al rector Sánchez defendiendo por cuenta propia la segunda? ¿Al rector Peña defendiendo en sus columnas la concepción del pluralismo que representa la tesis tercera? Ninguna de las anteriores. Este tipo de milagro solo puede ser obrado, aunque tome tiempo, por la deliberación pública.

Por cierto, si algún alma descaminada ha leído “La excepción universitaria”, recordará que ahí defendimos las tesis a y c, pero no la b. Personalmente no tendría problema en asentir a alguna versión de b. ¿La razón? Ninguna de principio, sino de hecho: no se me pasaría por la mente defender tesis semejante en Estados Unidos, sí en Chile. Y gran parte del rumbo que adopte la discusión en Chile me parece que pasa por esa disyuntiva: si acaso vamos a estar discutiendo respecto de qué hacer en un país que se nos acaba de ocurrir fundar, o si acaso nos concentramos en discutir sobre cómo hacer mejor las cosas con el sistema universitario que tenemos. El hecho de que la segunda de estas alternativas pueda ser vilipendiada como “meramente reformista” es un buen indicio de cuán necias son las ideologías que dominan gran parte de la discusión. Es de esperar que el aporte de los rectores contribuya a reorientarla.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su blog, http://manfredsvensson.blogspot.com.