“Reality” y no realidad

Vittorio di Girolamo | Sección: Sociedad

#04-foto-1 Ha sucedido en los últimos decenios, al interior de las fortalezas inexpugnables llamadas “Canales de Televisión”. En sus cuarteles secretos conviven ciertas autoridades “especializadas”, como ellas mismas se autocalifican, “en concebir programas”, impuestos al público consumidor. Un público, lo digo sin ira, previamente idiotizado.

Al fracaso de tales programaciones acaban de referirse los periodistas Patricia Cerda y Javier Contreras con un breve artículo impreso en el Diario “El Mercurio” del día Sábado 2 de Noviembre. Su título “Fin de Trepadores pone en duda continuidad de los ‘Reality Shows’ en la Pantalla”. ¿Dudas ahora?

¿Cuántos y cuáles medios económicos y técnicos han sido empleados para hipnotizar al público, obligándolo a ver espectáculos de “Reality”, o realidades falsas y estúpidas, en vez de conocer el vasto y significativo mundo real?

(Cuando una de dichas falsificaciones expuso a un indígena peruano, como se usa en un zoológico con animales poco comunes, escribí cartas en defensa de la nobleza de ese hombre, cuya cultura amazónica pude conocer y admirar conviviendo con los indios Yaguas. Naturalmente, la producción de ese “Reality” borró mi voz).

Los periodistas Javier Contreras y Patricia Cerda informan, en el mismo artículo, que en algunos países la televisión produce programas realistas que barren al imperio de esta falsificación con poder hipnótico.

Dos ejemplos: el espacio “The Village”, producido por “Dinamo Italia”, muestra cómo cinco familias deben construir una aldea en un lugar inhóspito; y el programa “La Misión” que pone a un grupo de famosos a hacer trabajos de voluntariado en Haití y en África.

¡Qué diferencia! Janis Pope, exchica “Reality”, señala la dictadura de la falsificación argumental con estas palabras: “Se abusó de los chismes; y también se mostraba demasiada piel; había mucha pechuga y mucho torso desnudo”.

(Observación válida, por ejemplo, para una teleserie actual brasileña –“Avenida Brasil”–, en cuya realidad los hombres y las mujeres, ellas especialmente, siempre vestidas y peinadas como para una ceremonia especial, y todas con generosas curvilíneas, jamás trabajan. Siempre discuten en ambientes elegantes y comen, comen y comen. Y los hombres, futbolistas famosos, o seguros campeones futuros, también comen, comen y comen; y discuten, discuten alrededor de mesas cubiertas, de borde a borde, con comida abundante y sofisticada. Pero son atletas que no entrenan jamás, que nunca juegan en un estadio con público en las galerías. Cierro el paréntesis).

Comparo las aventuras de los “Reality Shows” en pantallas, y los encapuchados que combaten contra vitrinas, semáforos, autos estacionados y más estructuras urbanas vacías, con los combatientes y héroes verdaderos, los únicos ignorados. Los que conocí más al sur de Puerto Montt, los pobladores solitarios y valientes de Aysén y de las tantas e ignoradas islas más al sur, los únicos que siguen fundando a Chile.

#04-foto-2(¡Oh!; ¡Gobiernos miopes, flojos, lentos, que resuelven la violencia urbana con más carabineros, con equipos cada vez más sofisticados. Y jóvenes que alcanzan la fama lanzándose contra puertas metálicas que defienden bienes, ganados muchas veces con sacrificios diarios de todos los miembros de una familia que ama el trabajo!)

¿Televisión informativa? Seguirá mostrando los hermosísimos paisajes hechos y donados por Dios a un Pueblo ahora cómodo, lento, aterrorizado; que, así como hasta hace poco gozó con la cómoda aventura de ver “Reality Shows” y no realidades, así también dejará que su tierra sea saqueada por “otros”, porque él no se atreve a poblarla.

Pueblo que casi no ve, casi no escucha, casi no piensa. Y deja de realizar las obras a las cuales, pienso, está destinado.

 

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Chile B, www.chileb.cl.