Gobierno de la picaresca
Pedro Gandolfo | Sección: Política, Sociedad
Este gobierno me tiene confuso. Al revés de lo que podría pensarse con un Presidente con las características de Sebastián Piñera –alguien que, al parecer, no carece de confianza en sí mismo, apertrechado con un programa entusiasta de cambios, con una legendaria capacidad de trabajo, un prestigio casi fuera de duda como gestor y hombre de acción– y un equipo ministerial de primer orden, aparece entrampado, sin prioridades, pisándose la cola a cada rato, sin convicciones claras y carente de identidad. Usando la antigua metáfora que asimila al Estado con una nave, este gobierno semeja una nave sin timonel en medio de una densa neblina.
Me tinca –porque esta columna es sólo impresionista, subjetiva (estoy muy lejos de pretender ser un cientista político)– que el mensaje del 21 de Mayo puede acrecentar la desorientación. El debate sobre el “relato” me ha producido, se lo confieso, mucha gracia. Espero, no sin fundado escepticismo, que surja ahora el intento de formular alguno para escudriñarlo cómicamente, porque no veo quién pueda ser el narrador o, mejor, imagino –maliciosamente– que el Gobierno se ha decidido a contratar algunos escritores (se necesitaría un equipo) para inventar un buen “cuento”. Pero, ¿quién o quiénes? ¿Isabel Allende, Ampuero, Rivera Letelier, Sepúlveda? Parece una apuesta segura.
¿Y si nos vamos al mundo de las “novelas”? Digo “novelas”, porque una parte cada vez más numerosa de los chilenos, cuando se dice “novela”, entiende “telenovela” (lo que yo, y usted quizás, llamaba antaño “teleserie”). ¿Qué le parecen, entonces, guionistas como Coca Gómez, Víctor Carrasco y Pablo Illanes? De lujo.
El problema –y ahora sí que estoy hablando seriamente desde mi disciplina– es que este gobierno requiere un “cuento” que se inserte dentro del género de la picaresca, y en Chile, salvo algunas excepciones provenientes de la cultura popular, este género se ha descuidado casi completamente.
Es lamentable, porque este rubro es una de las mejores, sabrosas y más propias tradiciones de la literatura hispana (Don Quijote, por delante), un género divertido y a la vez crítico, burlón, antihegemónico, marginal y a la vez transversal. ¿Por qué no se da en Chile? Una conjetura: porque en Chile, de chincol a jote, de izquierda a derecha, en todos los oficios y profesiones, se practica la picardía. La picardía es nuestra forma moral y existencial de convivir. Y sería muy poco pícaro hablar de la picardía, hacer literatura de ella, ponerla en evidencia, incluso pícaramente.
Por eso, shiss (me callo, no vaya a estar rompiendo un tabú), y pienso, adormilado, si acaso es el fundamento pícaro de la nación el que por debajo, impenetrable, dirige, a su modo, como un pulpo, la galeónica nave del Estado.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio.




