Lógica ingenieril y Providencia

Jorge Peña Vial | Sección: Religión, Sociedad

Fue muy ilustrativa la entrevista que concedió Andrés Sougarret acerca del rescate que dirigió de modo brillante y exitoso. No cae en explicaciones reduccionistas de explicar todo sólo a partir de la ciencia, la tecnología y las capacidades humanas. Constata con humildad que la realidad es más compleja y supera nuestras pobres explicaciones, generalmente de tipo reduccionista o disyuntivo. La explicación reduccionista, refrendada empíricamente, atribuye sólo a la ciencia y la tecnología el éxito alcanzado. La disyuntiva o dualista oscila entre explicaciones simplistas: milagro o una minuciosa y profesional planificación del rescate. Andrés Sougarret intuye que no es ni lo uno ni lo otro. Que sí, que todo estaba dentro de lo planificado, pero tuvieron suerte o… ayuda. Reproduzco sus palabras:

Porque ocurrieron algunas situaciones que, en algunos aspectos, no tienen ninguna explicación. En los sondajes ocurrieron cosas que no tienen ninguna lógica ingenieril. Creo que «algo» sucedió.

Es milagro o suerte

Yo hablaría de suerte. No es una especie de milagro, porque la verdad estábamos planificados para que esto sucediera (…) Necesitábamos que (la sonda) se verticalizara  y cambiara de dirección en el fondo. Y esto ocurrió en el último tramo, cuando es más difícil. Tuvimos suerte…o ayuda. Algo nos ayudó: la fe, la oración, las ganas de todo el mundo de que esto se mejorara.

Invitado por el periodista a optar entre lo uno y lo otro, no incurre en esa simplificación. Simplemente da testimonio de la complejidad de la realidad que siempre esconde un fondo de misterio.

Efectivamente, los factores físicos, psicológicos y espirituales están tan imbricados –de ello nos habla Karl Popper–, que entre ellos se da una especie de causalidad circular, mutuas interacciones y retroacciones entre esos factores, que nuestras perspectivas analíticas y especializadas no logran dar cuenta. Los cientificistas son como la gente que trata de entender los aparatos de radio ignorando las ondas y concentrándose sólo en los hilos de cobre, los demás componentes y el modo de conectarlos. Todo esto es importante, desde luego; es algo real, y si uno destruyese algún elemento o lo extrajera, la radio no funcionaría bien. Pero esto es sólo un detalle en todo el cuadro. Uno de los ejemplos más recientes de explicaciones reductivas lo tenemos en el físico Stephen Hawkin. Ha dicho sin pestañear: “La Física moderna excluye la posibilidad de que Dios crease el Universo”. Soltar esta frase rotunda es algo muy inteligente para ampliar las ventas de su reciente libro, pero hace una pobre filosofía a partir de una presunta ciencia.

Todo esto se vuelve más confuso cuando además se da una supina ignorancia respecto a lo que es el milagro y el concepto de la providencia divina. Sin referirme a densos conceptos metafísicos que estas cuestiones requerirían, solo doy datos escriturísticos para describirlos de modo sencillo. La Providencia Divina es el medio por y a través del cual Dios gobierna todas las cosas en el universo. Esto incluye al universo en su totalidad (Salmo 103:19), el mundo físico (Mt. 5:45), los asuntos de las naciones (Salmo 6:7), el nacimiento del ser humano y su destino (Gálatas 1:15), los éxitos y los fracasos humanos (Lc. 1:52), y la protección de su pueblo (Salmo 4:8). Esta doctrina se levanta en oposición directa a la idea de que el universo sea gobernado por la casualidad o el destino.

Las leyes naturales no poseen poder inherente, como tampoco obran independientemente; son las reglas y los principios que Dios ha puesto en efecto para determinar cómo se desarrollarán las cosas. El medio principal por el cual Dios cumple su voluntad es a través de causas segundas (las leyes naturales, la libertad del hombre). En otras palabras, Dios obra indirectamente a través de estas causas segundas. A veces también Dios obra directamente para cumplir Su voluntad. Esto es lo que llamaríamos nosotros un milagro (es decir, algo sobrenatural en vez de natural). Un milagro es Dios obrando, por un período breve de tiempo, por encima del orden natural de las cosas para realizar su voluntad y sus propósitos. Ejemplo de ello es la luz radiante que provoca la conversión de San Pablo. Pero la mayoría de las veces obra de modo indirecto. Así  Pablo de Tarso quiso ir a Bitinia, pero el Espíritu de Cristo se lo impidió y por tanto se dirigió a Troas. Seguramente en ese momento se dio a sí mismo algunas explicaciones lógicas por las cuales no convenía ir a esa región. Sólo después –desde una visión retrospectiva– tomó conciencia de que fue Dios quien lo llevó a dónde Él quería que fuese –esa es la Providencia.

Desde la perspectiva cristiana afirmamos que ni el terremoto, ni la catástrofe minera, ni el gran rescate son ajenas a la Providencia. Y debemos agradecer a Andrés Sougarret y al equipo de rescatista el haber sido eficientes causas segundas.