El milagro de Varsovia
Arturo Herrera | Sección: Historia, Política, Sociedad
Europa 1989. Polonia aparece como un país pobre y devastado por décadas de comunismo. Hoy es el “growth champion” de Europa Central. Su PIB per cápita (PPP) supera los US$45.000, casi cuatro veces más que a inicios de la década de los noventa.
¿Cómo lo lograron? Polonia abrazó el libre mercado. Liberalizó precios, abrió el comercio, privatizó empresas estatales y protegió con fuerza la propiedad privada. La “terapia de choque” de Balcerowicz puso reglas claras, disciplina fiscal e integración rápida a Europa occidental.
Después vino la Unión Europea. Desde 2004, Polonia se transformó en el mayor beneficiario neto del presupuesto europeo, con unos €160.000 millones entre 2004 y 2023. Esa plata se fue a carreteras, trenes, puertos, redes eléctricas, parques industriales y educación.
El resultado fue un crecimiento brutal. Entre 2004 y 2019, la economía polaca creció en torno al 4% anual, casi el triple del promedio de la Unión Europea. En 2009, cuando todo el continente entró en recesión, Polonia siguió creciendo.
Pero el milagro no fue solo macro. Invirtieron fuerte en educación. Hoy el gasto público bordea el 5% del PIB. También elevó de forma sostenida su inversión en investigación y desarrollo. Hoy destina cerca de 1,45% del PIB a I+D. No es Corea del Sur ni Israel, pero dejó de ser un rezagado.
Polonia se convirtió en un imán para la inversión extranjera y en una fábrica de bienes cada vez más sofisticados. En 2024, las exportaciones de alta tecnología superaron los 37 mil millones de euros y ya representan más de 10% de sus exportaciones totales, tres veces más que en 2007.
La economía polaca se ha sofisticado y diversificado. Los servicios representan cerca del 60% del PIB; la industria, un 30%. Empresas como ORLEN, KGHM, Allegro o CD Projekt muestran que Polonia ya no compite sólo por costos, sino por capacidades e innovación.
En resumen: instituciones que funcionan, mercados que operan, educación que habilita, innovación que acelera y exportaciones que escalan. Esa es la ecuación detrás del “milagro de Varsovia”.
¿Y en Chile? Llevamos más de una década con un crecimiento mediocre. Retrocedimos con medidas poco afortunadas e ideologías afiebradas que terminaron perjudicando nuestra capacidad de crecer. Polonia demuestra que no hay condena geográfica ni histórica.
Si fuimos capaces de construir el “milagro chileno” en los 80 y 90, podemos escribir una segunda temporada: libre mercado con reglas pro-competencia, más inversión en educación e I+D, atraer más y mejor capital, y destrabar cientos de millones de dólares en proyectos de inversión.
Varsovia ya demostró que se puede. Ahora nos toca decidir a nosotros si queremos seguir discutiendo sobre el pasado o construir nuestro próximo salto productivo.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero el viernes 5 de diciembre de 2025.




