Triunvirato

Rodrigo Ojeda | Sección: Política

Es la recta final al domingo 16 de noviembre. Son tres en competencia en la derecha chilena. Es un triunvirato de candidatos disputando la carrera presidencial, una especie de primaria que se define en el corto plazo. A ratos, ya no tiene sentido analizar lo que no fue. En el escenario electoral actual existen certezas: la candidata comunista estará en la papeleta de la segunda vuelta, Boric está en campaña liderando la futura oposición y es el “líder de la izquierda” según Max Colodro. El analista considera que falta un “proyecto unitario” en la derecha y que la “izquierda va a buscar la desestabilización” al volver a la oposición en marzo. El período electoral está marcado por un péndulo cargado a la derecha, intentos de polarización y antagonismo desde el gobierno, pero es el momento de las ideas de orden, seguridad y recorte fiscal sin renunciar al bien común. Los tiempos de orden e inseguridad no favorecen a la candidata del continuismo. El ganador del triunvirato deberá gobernar en un escenario de urgencias sociales en seguridad, vivienda y salud. Además de enfrentar una decadencia cultural y el despilfarro de los recursos públicos. La derecha debe unirse en la segunda vuelta presidencial en pos de enmendar el rumbo del crecimiento económico, recuperar las fronteras y ordenar la casa.

La autopista presidencial con sus tres carriles permite reconocer semejanzas y diferencias en las campañas en desarrollo. En la delantera se encuentra el casi insuperable Kast, seguido de Matthei y de Kaiser. El candidato de “la fuerza del cambio” está encapsulado en la presentación de planes e ideas fuerza de su futuro gobierno. Juega a no equivocarse ni salirse del carril. Cuando acelera el objetivo es claro: hegemonizar la derecha desde lo prístino y evitar las sobrerreacciones en los foros. Es el candidato de la restauración y las emergencias. El favorito no se confía de las encuestas y su entorno teme un desgaste del candidato del número 5. Ya no es una novedad electoral. Mira de reojo los datos y tendencias sin celebrar antes de tiempo. Sabe que la copa se mira, pero no se toca. Matthei va con piloto automático en la autopista y conduce desde la moderación, un tono conciliador y el legado de la política de los acuerdos. Una estrategia arriesgada en una época en la cual el diálogo se confunde con tibieza, renuncia y transacción. Ocupa el carril del centro. Su equipo apuesta por el voto de los desencantados de la izquierda democrática, el llamado “voto silencioso” del ciclo político de la exconcertación. “Nosotros podemos darle estabilidad” al país, “Chile, un solo equipo” remarca la candidata del 7. Kaiser está en la ruta y en alza, está recorriendo la franja de norte a sur, amplificando sus ideas y adherentes. Interpela desde su mirada, convicciones y tozudez. Quisieron bajarlo y no pudieron. Su estilo frontal llama la atención y no teme equivocarse al ser espontáneo. Su lenguaje es sencillo. Su conducción combina un estilo disruptivo e impugnador a lo tradicional. Es un candidato competitivo a contracorriente que promete estar al servicio de la gente y cumplir la palabra. En simple, “si usted vota Kaiser, recibe Kaiser”. Lo acompaña el número 4 en la papeleta.

La cuenta regresiva ya está en marcha, la derecha deberá unirse desde lo pragmático y derrotar a la izquierda en la segunda vuelta presidencial. Hay que evitar una guerra intestina y fracturas mediáticas en la derecha tras la primera vuelta. Ninguno de los candidatos del triunvirato en competencia ganará en diciembre sin recurrir a “votos prestados”. La candidez de la candidata Jara sufrirá una metamorfosis a partir del 16 de noviembre y Boric será su jefe de campaña. La urgencia es ganar para gobernar, junto con corregir la farra frenteamplista, un carrete de cuatro años financiado con recursos públicos y prioridades ajenas a la realidad nacional.

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Pingüino el domingo 26 de octubre de 2025.