“El retorno de los dioses fuertes”: una lectura para entender el giro a la derecha en Chile
Jorge Ramírez | Sección: Arte y Cultura, Historia, Política, Sociedad
Hay momentos en que la historia política de un país parece girar no solo por razones coyunturales, sino por cambios más estructurales. Chile atraviesa uno de esos momentos. El auge de las ideas de una nueva derecha «expresado en el avance del Partido Republicano y también en el impulso de la candidatura nacional libertaria de Kaiser» no se explica únicamente por la sensación de frustración con el actual Gobierno o por el aumento sostenido de la percepción de inseguridad. Lo que está ocurriendo podría tener un origen más profundo.
El filósofo y teólogo estadounidense R.R. Reno, en su libro El retorno de los dioses fuertes, ofrece algunas claves que pueden ayudar a entender este fenómeno. Su diagnóstico se sostiene en la siguiente tesis: Occidente, en su intento por liberarse de las ideologías totalitarias del siglo XX, abrazó una visión del mundo marcada por el miedo a toda forma de certeza.
La cultura de la “apertura”, la “tolerancia” y el “pluralismo sin límites”. Esta triada condujo a la sociedad hacia la desconfianza de la verdad, la pertenencia y el compromiso. Ante este vacío, dice Reno, los “dioses débiles” «el consenso, la neutralidad, la diversidad como fin en sí mismo» sustituyeron a los “dioses fuertes” que antes estructuraban la vida colectiva: la fe, la patria, la familia y la tradición, pero que a ojos de la izquierda solo simbolizaban opresión. ¿El resultado? Una sociedad sin referencias ni códigos morales, sometida a la dictadura del relativismo, en palabras del autor.
En Chile, el estallido de 2019 fue, de algún modo, la cúspide de esta comprensión nihilista de la sociedad. Recordemos la profanación de la bandera, la destrucción de monumentos, la violencia radical con el fuego vivo que incineró iglesias, fragmentó y desconectó a la ciudad al quemar estaciones de metro, la campaña de desprestigio contra instituciones como Carabineros y el afán por reescribir nuestra historia, entre otras. Todo esto condujo a una insoportable anomia.
Pero frente a la sensación de intemperie y desolación, amplios sectores sociales, en especial los más populares, buscan nuevamente anclas simbólicas: autoridad, orden, disciplina. El discurso conservador, con su apelación a la familia, la comunidad y el mérito, comenzó a ofrecer una respuesta donde la izquierda —obsesionada con los derechos identitarios y la crítica constante a las instituciones— solo ofreció desconstrucción.
En el intertanto, la derecha liberal, acusa Reno, “buscó el diálogo cuando lo que se requería era una resistencia firme” (página 148). Una crítica severa, pero a la cual, creo, se le debiera prestar especial atención.
Entonces, el éxito de esta “nueva derecha” reside, en parte, en haber entendido algo que Reno formula con claridad: la gente necesita creer en algo más grande. Necesita una historia a la cual pertenecer, un hogar que los cobije ante el caos y mínimas certezas a las que aferrarse en un mundo extremadamente incierto y volátil. Referencias morales, en definitiva. Y cuando la política se vacía de contenido moral, otros actores ocupan ese espacio.
La izquierda, por su parte, parece haber perdido toda conexión con ese anhelo de pertenencia. Su discurso, centrado en la diversidad y los derechos, olvidó que las personas no viven solo de demandas individuales, sino también de significados compartidos.
Más allá de algunas críticas un tanto injustas a las consecuencias sociales de la economía de libre mercado planteadas por el autor, a la luz de los tiempos actuales, considero que Reno es certero al sostener que la asepsia valórica no moviliza y las respuestas centradas únicamente en la técnica y con foco en el individuo no parecen estar siendo capaces de comprender cabalmente los nuevos dolores y angustias de la sociedad, que tienen raíces mucho más complejas que antaño.
De este modo, puede que el giro a la derecha que se perfila en algunos estudios de opinión y eventualmente se refrende en las urnas no sea una mera respuesta a un estímulo electoral, sino algo más de fondo: un retorno de los dioses fuertes.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Ex-Ante el domingo 2 de noviembre de 2025.




