Crespo, ¿víctima o victimario?
Gerardo Varela | Sección: Política
El pasado 4 de noviembre se cumplió un año del juicio oral en contra del comandante de Carabineros Claudio Crespo, por las lesiones oculares sufridas por el integrante de la primera línea y hoy candidato a diputado por el PC Gustavo Gatica. En julio del año 2024 Crespo fue absuelto en juicio oral, por otra acusación de la fiscalía, y la semana pasada la Corte de Apelaciones confirmó otro sobreseimiento, que, agregado a dos causas más ya desestimadas con anterioridad, lo han obligado a enfrentar algo que se parece más a una persecución que a una investigación criminal imparcial.
El 8 de noviembre de 2019 fue uno de los días más violentos del “estallido social”. Los mismos manifestantes que ese día quemaron la iglesia de la Asunción, la universidad Pedro de Valdivia y atacaron la embajada argentina, se enfrentaban con un pequeño grupo de fuerzas especiales en la esquina de la calle Carabineros de Chile con Vicuña Mackenna. No era una manifestación pacífica y los carabineros estaban superados en número, llevaban 20 días consecutivos en jornadas interminables y sometidos a un estrés terrible, tratando de restablecer el orden. Los policías eran atacados con hondas, bombas molotov, piedras, postones; los conductores, cegados con láseres y, según se aprecia en las imágenes presentadas por la propia fiscalía, hasta con un arco y flecha.
En ese nivel de violencia, cumpliendo con los protocolos y en el fragor del enfrentamiento, varios carabineros hicieron uso de sus escopetas antidisturbios. Estas armas no tienen aparatos de puntería, los cartuchos llevan 12 postas de caucho y a la distancia que se encontraba Crespo de Gatica (24 metros), la dispersión de los balines es de más de dos metros. Según un experto en estadística que declaró en el proceso, la probabilidad de que esos balines impactaran en los ojos a Gatica, era de uno en 250 mil, lo que acerca las lesiones a un accidente y lo aleja de un delito.
Crespo no decidió estar en ese lugar, se lo ordenaron. Disparó la escopeta con munición no letal que le fue entregada para el servicio, para responder a las agresiones que enfrentaba. Los expertos han acreditado que la trayectoria de las postas que hirieron a Gustavo Gatica es incompatible con la posición del acusado y, sin embargo, la fiscalía ha decidido perseguirlo. Crespo ya ha sido castigado por la fiscalía con la pérdida de su trabajo, la pérdida de sus bienes, su criminalización y debiendo enfrentar varios procesos judiciales en los últimos cinco años. Un lustro dedicado a defenderse por haber cumplido con su juramento de defendernos.
La norma era expresa y pública, estas agresiones activas denominadas nivel 4 —y estas lo eran con claridad— permitían el uso de armas no letales. Esto es correcto, los abogados hemos tomado nota, pero la fiscalía parece no enterarse. El caso Gatica es un caso claro de uso racional de la fuerza, es un caso obscuro en cuanto a la autoría de Crespo y es un caso donde la duda razonable está escrita en toda la causa.
La evidencia clave presentada por la fiscalía la vimos en TV, unos videos donde solo se aprecia una manifestación violenta en que la “primera línea” agrede a carabineros que, parapetados, se defienden; se escuchan estruendos, no se aprecia bien quién dispara, desde dónde viene ni a quién le impacta. Es una evidencia confusa para culpar a alguien y muy clara para exculpar a otros.
Destinar un año a un juicio oral que suspende la vida del acusado, emplea ingentes recursos públicos con evidencia débil, no es un despropósito, es un abuso que solo busca crear un precedente que disuada al resto de los carabineros a cumplir con su deber. En el caso Crespo no está en riesgo solo su libertad, sino que la de todos nosotros.
La tragedia de Gustavo Gatica es un accidente lamentable, pero no un delito. Crespo es un hombre fuerte, decidido y respetado por sus hombres. Mide casi dos metros y es valiente como el que más. Es el primero que uno quiere a su lado cuando las papas queman. Eso no lo transforma en delincuente, lo hace un carabinero de fuerzas especiales que la fiscalía quiere transformar en victimario.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el viernes 7 de noviembre de 2025.




