Una nueva generación de servidores
Gonzalo Rojas Sánchez | Sección: Historia, Política, Sociedad
Si José Antonio Kast es el nuevo presidente de la República, gobernará con las mejores personas, nos ha dicho.
Eso será posible si puede contar no solo con colaboradores experimentados de muy variadas afiliaciones en las distintas derechas –así como provenientes de los independientes y de los centros sensatos– sino también si logra convocar a la generación que tiene hoy entre 25 y 40 años de edad.
Por supuesto el mejor ejemplo de una aportación como ésa se encuentra en la segunda mitad de los años 70 y durante buena parte de los 80, cuando miles de jóvenes profesionales y técnicos se incorporaron a las tareas de gobierno o al trabajo en las municipalidades.
La comparación tiene, eso sí, una dificultad. Esa generación contaba con dos ventajas por sobre la actual. Por una parte, muchos de esos jóvenes habían enfrentado en sus vidas escolares o universitarias los conflictos que el marxismo había provocado en la educación y, estaban por lo tanto ansiosos de colaborar con un gobierno que había derrotado la amenaza totalitaria y que iniciaba una reconstrucción nacional. Por otra, a esas generaciones no se les presentaban las muy variadas opciones laborales que justamente la recuperación del país, impulsada por el Gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden, ofrece hoy a quienes egresan de la educación superior. Las posibilidades de “privatizarse” eran mucho menores que las actuales.
Pero la generación actual, tiene también sus propias ventajas frente a quienes hace 50 o 40 años atrás tomaron el camino del servicio público. Por una parte, demostrarles a sus mayores –y, de modo aún más importante, a quienes son menores que ellos, o sea, a quienes tienen de 25 para abajo– que el fracasado experimento frenteamplista no incluye a toda una generación de jóvenes chilenos y, por otra, que están en condiciones de tomar las riendas de la derecha en el momento oportuno –cuando se comienza a trabajar en serio– y desde el servicio público, es decir desde el lugar donde tanto se sufre y tanto bien se puede hacer.
A una generación tachada de inmadura e indolente, esta oportunidad de demostrar lo contrario y de quedarse con la conducción de la derecha chilena hasta el año 2060, no le puede resultar indiferente.
¿Y dónde están esos jóvenes? Están actualmente en las universidades, como profesores de jornada completa (algunos en sus postgrados en el extranjero); están hoy –acorralados o perseguidos por las izquierdas, pero valientes– en el aparato del Estado; están, además, en múltiples ocupaciones particulares, como profesionales, empleados, socios, emprendedores, etc.; y los hay también, y muy valiosos, en variadísimas ONGS, de las que pueden salir colaboradores especializados en variadas materias.
La tarea de comenzar a invitarlos no puede esperar; no es poner la carreta antes de los bueyes. Es tenerle echado un ojo a la carreta y otro a los bueyes. Sin unos y otros no se podrá arar, no habrá cosecha oportuna.




