Un Baile de Máscaras

Mauricio Riesco Valdés | Sección: Política

Utilizar disfraces es una aventura desafiante para cambiar de identidad, para no ser reconocido, para confundir. Incluso, para embaucar. Pero no solo los niños los usan en sus juegos o los payasos en el circo; suelen ser de utilidad, también, en la actividad política. No lo digo por la afinidad que ocasionalmente ésta pudiera tener con el circo sino por exigencia de las circunstancias… y de los votos; siempre hay uno que otro por ahí que busca “reformatearse”. Lo extraño e inusual es ver que en esa misma actividad también existen los que terminan sacándose la careta para aparecer lo que siempre han sido. Pero, es que en política se da de todo en verdad. De hecho, lo que estamos viendo en esta campaña presidencial es notable: la candidata comunista se pone la máscara de socialdemócrata y los DC, que ahora apoyan a la comunista, se sacan la de camaleón. Una, siendo marxista, escoge su nuevo look para parecer lo que no es, y los otros (quizás sí porque ya no engañan a nadie) optan por prescindir de los apoyos del animalito aquel.

Te quedan pocas semanas, juntemos fuerzas le dijeron éstos a aquella, golpeándole la puerta para ver qué pudieran conseguir en caso de salir ella electa. Esta les preguntó, ¿de qué fuerza me hablan?, ¿cuántos son ustedes? Vamos quedando pocos le advirtieron, eso es cierto, pero tenemos experiencia y podemos fortalecer tu disfraz, le daremos prestancia y credibilidad porque siempre fuimos reconocidos por ser de “centro”. (¿Qué tendrá el centro para los políticos? Les gusta tanto como la luz a una polilla).

Bien pensado, dijo ésta; ustedes que saben de estas cosas me podrían enseñar cómo hacerlo mejor; tengo muchos maquilladores que se afanan por darme algunos “tips”, pero estoy topada en las encuestas. Es que tu trasnochada ideología marxista ya no va con estos tiempos le dijeron ellos; finges, pero no convences. Antes de avanzar nuestra negociación, te podemos adelantar algunos consejos muy básicos para que los practiques. Después veremos qué nos das a cambio. Debes partir por camuflar tu pasado que te traiciona, pero, tranquila, tan solo será por un par de meses, hasta que seas elegida presidenta. Sigue evitando presentarte ante audiencias muy ilustradas, te pones nerviosa y yerras. Cuando hables, debes esquivar expresiones categóricas como “jamás”, “nunca”, “siempre”; nadie del centro político las ha usado jamás. Al contrario, emplea frases como: “creo que hay aspectos válidos en ambos planteamientos”; “estoy segura de que podemos encontrar un punto medio”; “todo depende del contexto”; “estoy muy de acuerdo con esa idea, pero hagámosle algunos pequeños ajustes”. Ni se te ocurra explicar cuáles serían los ajustes porque te costaría varios puntos en las encuestas. Otra cosa: muestra que entiendes bien la complejidad de los problemas, pero cambia rápido de tema evitando dar soluciones.  

Deberás parecer una ovejita cautivadora y representar un personaje de centro como nosotros, demócrata, dialogante, flexible y bien dispuesta a los acuerdos. En política internacional, debes olvidarte de las “democracias diferentes” y referirte derechamente a las tiranías. Aunque te cueste, condena sin tapujos a Ortega, a Maduro, a Díaz Canel. No temas, ellos entenderán. Y ni se te ocurra meterte con Trump, salvo para adularle. Un cordero cándido y risueño ha sido siempre un disfraz de excelentes resultados, hace maravillas. Algo tienen estos animalitos que cautivan. ¿Será su mansedumbre, su bondad, docilidad? Todo lo que le falta a un comunista.  

Tienes que simular total lejanía de aquel hato de lobos de tu grupo. Son tan duros de cabeza que te hacen difícil tu campaña cuando abren la boca. Olvídate de los Carmonas, Jadues y similares, quienes como actores del mismo elenco no aprendieron nunca el libreto. Siguen viendo en blanco y negro y están siendo un desprestigio para la obra; es que son demasiado toscos, no saben nada de los matices que exigen las tablas. Contradícelos. Rehúyeles. Pero ten la seguridad que una vez elegida presidenta te besarán los pies.

Muy importante: insiste en que no serás continuadora del gobierno actual. Deberás olvidarte de que hasta hace poco eras parte de él y mostrarte ahora muy distante. Promete que, esta vez sí, devolverás la moralidad en todas las funciones públicas; nada de licencias médicas para salir de vacaciones al exterior, nada de fundaciones, nada de escándalos sexuales, fin a la corrupción. Deberás reclamar por el desastre económico en que te han dejado el país para cuando seas presidenta; critica sin tapujos el alto grado de Inseguridad, delincuencia y narcotráfico que heredarás de tu antecesor. Por razones obvias, no te metas con el elevado desempleo, aunque no dejes de resaltar que mientras tu fuiste la ministra del ramo creaste al menos 141 nuevas plazas de trabajo.  

En fin, no olvides que por cuatro años deberás ser una líder de la socialdemocracia chilena; suena bien, aunque no tengamos muy claro qué es eso. Nosotros ya no abusaremos más de los camaleones; a tu lado ya no los necesitamos. Te seremos leales colaboradores y consejeros, pero recuerda asegurarnos una generosa tajada de la torta en tu gobierno. No es mucho pedir, recuerda que ya quedamos muy pocos.