Legado o sucesión: el dilema de Boric

Jorge Ramírez | Sección: Política

Legado o sucesión. Es el dilema que todo Presidente de la República enfrenta en el ocaso de su administración. Boric no es la excepción.

En su última cadena nacional sobre el presupuesto de la nación, el mandatario sorprendió al envestir a José Antonio Kast como el adversario a vencer. Aunque con ello, lejos de minar su proyección, provocó el efecto contrario: lo fortaleció. Después de todo, siete de cada diez chilenos desaprueba la gestión de Boric: en consecuencia, al elegir a Kast como su contendor, no hace sino robustecer al republicano perfilándolo como expresión más nítida de la oposición a su gobierno.

Por ende, en lugar de favorecer las ya escasas posibilidades de sucesión de su sector —representada hoy en la candidatura de Jeannette Jara, ya debilitada de origen—, Boric pareció apostar por algo distinto: cimentar su propio legado político, erigiéndose en el futuro como el líder de la oposición frente a un eventual gobierno republicano. Resignando la sucesión en favor del legado.

Algunos podrán argumentar que se trató de un arrebato, fruto de la inclinación natural del Presidente a someterse al vértigo electoral, esa pulsión permanente que lo lleva una y otra vez a la arena de la disputa y la confrontación. Pero no fue así. Al menos en esta ocasión no hubo signos de improvisación en su mensaje, sino de un diseño.

El cálculo es transparente: marcar a Kast como el rostro de lo que él denomina “ultraderecha”, mantener vivo el clivaje de la segunda vuelta de 2021 y proyectar ese binomio como el gran eje ordenador de la política chilena durante un cuatrienio más.

El problema para el oficialismo es que esa lógica de Boric no se alinea con sus necesidades inmediatas. La prioridad de un Presidente que busca proyectar a su sector debiera ser darle algo de oxígeno a su carta presidencial, no hipotecar su competitividad, ni menos su potencial fuerza electoral parlamentaria, en aras de su perfilamiento como ex presidente. Boric, al escoger el camino de su legado, está no sólo haciendo aún más cuesta arriba la ya frágil posibilidad de sucesión, sino que expone a su sector a un significativo revés parlamentario.

Jeanette Jara resintió el golpe, explicitando por primera vez sus diferencias con el mandatario al indicar que ella no compartía la interpelación realizada por Boric a Kast en plena cadena nacional sobre el presupuesto: “no es mi estilo”. Además, señaló que era partidaria de conservar la denominada “glosa republicana” que destina recursos de libre disposición al futuro gobierno en el presupuesto y, de paso, dobló la apuesta de desmarque con el oficialismo al plantear una crítica frontal al manejo del Ministro Carlos Montes en la reconstrucción tras el mega incendio de Viña del Mar de 2024.

Así, la capacidad de Boric de mantener a su sector unido y cohesionado también comienza a mostrar signos de flaqueza. La lógica del legado, que parecía orientada a proyectar su figura más allá del poder, ha terminado por erosionar la cohesión del propio espacio político que lo sustenta. En los hechos, el Presidente ya no parece mayormente preocupado por asegurar una continuidad para su sector, sino por garantizar su propia permanencia simbólica en el mapa político. Hoy, más que la sucesión, lo obsesiona su lugar en la próxima contienda electoral.

Boric ha preferido convertirse en el heredero de sí mismo.

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Ex-Ante el domingo 5 de octubre de 2025.